Por Carolina Peña
El Wechipantu es, según la Machi, «nuestra ceremonia religiosa de año nuevo. Ahora ocurrirá el solsticio de invierno y mañana comienza un nuevo ciclo. Es una instancia de purificación para recibir lo que viene. Este no es un acto folclórico, ni una demostración cultural, esta es nuestra espiritualidad que estamos rescatando como familia»
.
Viernes 22 – Sábado 23 de Junio 2012
Pasé a comprar por encargo unos kilos de harina tostada, llevé también queso y un licor de murta. No sabía qué más sería adecuado regalar para esta ocasión, cosas de winka supuse: vino y café.
Aunque me acerqué lentamente, me anuncié desde lejos con la mirada, y nunca pensé en entrar al rewe, me recibieron con una advertencia: – Es mejor que no vayas para allá ahora. Más tarde vamos a entrar y usar nuestro campo ceremonial. Lo construimos con ramas de laurel y lo estamos terminando de adornar con unas flores-.
Llegué temprano con la idea de ayudar con los preparativos. Conversé un buen rato con el tata en la cocina, pelé papas y fui a buscar leña al bosque. Había que usar falda, y yo no había traído, pero entre las mujeres de la casa me vistieron para la ocasión. -Es el protocolo- dijeron.
Al caer el sol nos juntamos para hacer la primera rogativa, una ofrenda a todos los espíritus. Los antepasados, los árboles, la tierra, lo de arriba y lo de abajo.
-Esta es nuestra ceremonia religiosa de año nuevo. Ahora ocurrirá el solsticio de invierno y mañana comienza un nuevo ciclo. Es una instancia de purificación para recibir lo que viene. Este no es un acto folclórico, ni una demostración cultural, esta es nuestra espiritualidad que estamos rescatando como familia.- Sentí que me hablaban a mí-. Les pedimos que nos acompañen con sus energías. A diferencia del año nuevo winka esto no es una celebración de jolgorio, es un momento de recogimiento. Hoy nos purificamos. No queremos que estén aquí movidos por la curiosidad u otras intensiones, al estar acá son parte de nuestro rito y tienen que hacerlo con buena energía. ¡Ah, y los que tienen celulares, apáguenlos, porque la señal a veces interfiere!- dijo el Machi entre risas.
De dos en dos dimos una vuelta por fuera del rewe y otras por dentro. Seguimos la bandera Williche, rezando las oraciones en Chezungún. Se les dio harina tostada y otras cosas a los espíritus, haciendo un sahumerio al viento, entregando un humo denso y blanco; entre ponchos y mantas.
Después me fui a freír sopaipillas al fogón, en un caldero de acero. Mientras llegaban el resto de los comensales: más miembros de la familia, que traían el cordero, y otros winkas como yo. Vamos tomando mate, comiendo sopaipillas con pebre o dulce de murta. Vamos tomando café y contando historias. Uno de los relatos era sobre el mal augurio que traen las fotos en las ceremonias de Wechipantu, peor augurio sería emborracharse.
Llegó el Machi invitado desde el continente, traía una mochila y un Kultrún de cuero de chivo, heredado de su abuela. De la mochila solo conocí un par de instrumentos más: música y un libro que explicaba la historia de la bandera de Chile y sus contenidos simbólicos asociados a los Mapuche, Williche, católicos, incluso masones y otras filosofías.
Seguimos tomando mate, voy a preparar uno, vacío el mate y me dicen:- no quemes la hierba. Nunca es bueno hacer eso, tírala al ladito del fuego no más, o al pasto-.
A la media noche hicimos la segunda rogativa.
Volvimos al rewe, vueltas y más vueltas, el sonido del cuerno, del Kultrún, y los cascabeles, arrodillados en el suelo despedimos el año que pasó, y nos abrazamos para desearnos newén, mucha fuerza para el Wetripantu.
Volvimos al fogón justo cuando llegó la lluvia. Comienza la cena y el machi bendice la comida. Gallina al caldero, con cebolla, zanahoria y papas, una copa de vino. -Pero nada de curarse, eso sí que es malo para esta noche, está bien una copita de vino para compartir, pero lo justo-.
Terminamos de comer y volvimos a sentarnos alrededor del fuego, vamos con el mate, el café y la noche. -¿Te está entrando el sueño?- Algunos «dejaron comido» y se fueron a dormir.
Hay un mundo de hombres y mujeres que conversan con el viento, con los animales y con el sol. Personas que entienden que una planta puede ser celosa de otra, o que un cordero se puede entregar y cooperar con su propio sacrificio. En Chiloé hay un mundo de brujos, de magia negra y blanca, un mundo en donde se habla de otro modo, y algunas personas cambian de rostro. Me invitaron a pasar la noche más larga del año en ese mundo y sigo hipnotizada con las brasas.
Me hablaron de los sueños. Sólo cuando subía montañas y dormía a 5000 metros había soñado del modo en que sueño acá en Chiloé, sueños tan vívidos. Los sueños son un tema importante entre los Williche de Chiloé, acá la gente «se sueña». Sueña lo que pasará, los sueños avisan y dan consejos. El Machi me dijo que acá se soñaba así porque es un centro de muchas energías.
Pregunté por la envidia:
– La envidia es muy poderosa, sobre todo acá. Ten cuidado con lo que deseas en Chiloé, porque es muy fácil que se canalicen las energías. Muchas veces sin necesidad de hacer si quiera un rito, basta con desearle mal a una persona para hacerle daño. Por eso hay gente muy poderosa en Chiloé, por eso aún hay brujos, porque la intención cobra mucha fuerza acá. Como te decía, incluso sin hacer ritos, envidiar a alguien puede bastar para dañarlo-.
Los machis son brujos, brujos blancos, herederos de la sabiduría por la que enjuiciaron y quemaron vivas a muchas machis hasta principios del siglo veinte. Producto de la persecución se formaron grupos clandestinos para mantener las tradiciones y los conocimientos, muy asociados a la medicina. Un grupo se fue al lado oscuro y trabajan aún con esos poderes, la magia negra. Me pareció interesante el hecho de que ese lado, la famosa Recta Provincia, tiene una estructura jerárquica muy clara, mientras que los brujos blancos no tienen un poder central y eso les ha permitido sobrevivir. Los machis me contaron cómo recibieron su don:
-Es como si te abrieran la cabeza en un momento y te llenaran de conocimiento… yo no digo que no haya que estudiar, pero esto no se estudia, uno viene con esto. Y después viene la gente y te dice: «¡Ay… que bonito lo que usted hace!», como si fuese un oficio que uno eligió por vocación, como si no hubiera que hacer sacrificios profundos. No saben lo que uno tiene que dejar de lado y el riesgo en que uno pone a su familia -.
Ellos sanan personas, lograron ser respaldados por el Ministerio de Salud y sacar adelante su programa de atención intercultural en la comunidad. Curan diversas enfermedades, se enfrentan a fuerzas y los brujos se van conociendo entre ellos: se reconocen en cuanto a experiencia y linaje, según las enfermedades que pueden llegar a provocar, así eligen sus batallas. Un machi a veces debe elegir echar pie atrás y derivar un enfermo a otro que no sea de esta isla o que tenga más poder.
Hablamos del puente que Sebastián Piñera vino a anunciar hace unos días a la isla, hablamos de Piñera. Uno de los machi lo había saludado en un acto oficial, le tocó la mano, y eso es suficiente para llegar a un profundo diagnóstico. -Yo tengo la certeza absoluta de que ese puente nunca se hará. El canal de Chacao y ese sitio en particular, donde quieren construirlo, es un canal energético que tiene mucho que ver con las características especiales de Chiloé. Esa piedra, que quieren usar para apoyar el pilar en medio del puente, se mueve. Hace años vinieron a hacer los estudios, pero todas las mediciones eran diferentes, tenían las coordenadas y luego las buscaban y estaban cuatro metros más allá o más acá. No lograron corregir nunca su ubicación exacta y dijeron que entonces los instrumentos estaban malos. Pero la piedra se mueve y ese puente no se puede construir-.
Algunos iban sucumbiendo contra el sueño.-¿Te está entrando el sueño-
Wechipantu es una vigilia. Me dio la impresión de que éramos nosotros quienes haríamos salir el sol y por eso no podíamos sucumbir ante el sueño. Durante toda la noche algunos hombres iban a alimentar el sahumerio afuera, a echarle más brasas y más harina tostada. Además toda la noche los machis estuvieron interpretando las señales de la naturaleza, de los espíritus que les hablaban a través del viento, de las luces y el fuego. -Pero a ti: ¿Te está entrando el sueño? Al machi parece que le está entrando el sueño-.
Me entró el sueño, pero nunca me fui de ahí, me rendí un minuto sentada frente al fuego, con los ojos abiertos soñé.
-Mejor, pa’ que no me entre el sueño, déjeme rallar papas para hacer milkao.
Hagamos mate mejor-.
A las seis de la mañana mandaron a despertar a los que durmieron y nos juntamos en el fogón. Nos preparamos para la ceremonia de la salida del sol, vamos a recibir el nuevo sol. Este año, porque es especial, vamos a hacer también un sacrificio. Dicen que quien no está bien espiritualmente no soporta la energía de ese momento y se desvanece.
-Quizás los ecologistas, los defensores de los animales, no estarían de acuerdo con esto, pero para nosotros es diferente, tiene un sentido religioso. Además uno habla con el cordero, uno conoce las técnicas para que el cordero no sufra, la idea no es maltratarlo, es que ese momento comunica-.
Hasta ahí, la noche era de optimismo y expectación. Entramos en el rewe y nos descubrimos la cabeza, en el momento más oscuro del amanecer, vueltas, cantos, oraciones, kultrún y llegó la tempestad. Ofrendas, plegarias y luego el sacrificio de un cordero que no se resistió, ni gritó cuando le clavaron un cuchillo en el cuello. Juntaron la sangre, la pusieron en la frente y pecho de quienes querían sanación. Era difícil estar de pie, ráfagas de viento cambiaban de dirección, impredecibles, cada vez más fuerte. Cortinas de lluvia nos lavaron la cabeza.
-Las señales del sacrifico y del ambiente nos dicen que será un año muy difícil. Así va estar-. Decía el machi apuntando al viento huracanado. -Un año muy movido, muy, muy movido. La cosecha será buena, comida no faltará, pero eso no será suficiente para los hombres. Va a ser un año difícil. Ninguno de quienes participaron de esta ceremonia debe irse antes de comer de este cordero. No se preocupen por el frio y el agua, ninguno de los que está aquí se va a enfermar-.
Volvimos al fogón, todos con la ropa mojada menos los machis. De verdad son brujos. Entramos bajo techo y estalló al fin la tempestad. Me senté con los machis en silencio, y supe que ellos aún veían visiones, el agua se colaba y nos seguía lavando la cara. Nos contaron que durante el sacrificio, ambos tuvieron la misma visión, estuvieron juntos en esa visión y eso es poco frecuente. Luego interpretaron las formas que habían tomado las manchas de sangre al secarse en la frente de algunos.
-La naturaleza hará algo que los dejará a todos impactados. Pero uno no puede contar lo que ve, porque algunos no están preparados para saber, tenemos que ser prudentes-.
Recibimos la noticia en silencio, en una atmósfera rara bajo la luz del día. Nos hablaron de que nadie está preparado para pasar noches en vigilia, y que quizás cuántas se vendrán, con lo que venía, se pasarían muchas noches sin dormir, tratando de entender lo que pasaba, observando la naturaleza. En todo caso: -en Chiloé no pasa nada, acá se puede estar tranquilo-.
Fui a dormir dos horas y nunca perdí la consciencia, sólo soñé lo mismo que había pasado, mientras el viento movía la casa y la lluvia azotaba mi ventana.
Antes de irme comí del cordero sacrificado y le pregunté al machi: -¿y ahora qué hago con esta información? ¿Cómo sigo la vida después de lo que me has dicho? A mí no me da miedo lo que pueda pasar, yo no le tengo apego a la vida. Yo quiero que las cosas cambien y entiendo que para eso debe pasar algo drástico. Pero mi familia está lejos, ¿cómo nos protegemos? ¿Qué hago?-
-Estando juntos, quizás no físicamente, pero tienen que estar en encuentro. La prudencia y el amor te protegerán. Este no es un año para aventurarse-.
-A partir de hoy-dijeron- cada día se alarga una pata de gallo-.
Foto Final: Consuelo Fuentes