Ensayos — 6 enero, 2015 at 8:33 pm

GUILLERMO LORCA: “LA OBRA HAY QUE PENSARLA CON EL ARTISTA MUERTO Y SIN QUE TE DE NINGUNA EXPLICACIÓN”

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Entrevista con el pintor Guillermo Lorca.

Por Daniel Rozas R y  fotos por Paola Fernández.

Fue difícil dar con él pero valió la pena. Con creces. El pintor Guillermo Lorca (30), autor de la celebrada exposición La Vida Eterna, que se presentó hasta hace poco en el museo de Bellas Artes, con un éxito abrumador de crítica y público, nos recibió en su amplio taller del barrio Yungay para celebrar una entrevista que se prolongó por cerca de dos horas pero que se fue en un suspiro.

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Su obra, la mordaz crítica que hace sobre el arte nacional e internacional, y la importancia de su infancia en Chillán fueron algunas de los diversos temas que abordamos, ya que Lorca habla como un poseso y tiene un nivel de actividad mental y física sumamente intenso; de hecho, en el transcurso de nuestra charla jugó incansablemente con su perra, preparó café, comió cereales, y se paró a buscar libros de arte: todo esto intercalado por un frenético monólogo que según sus propias palabras se debe : “a que paso mucho tiempo encerrado en el estudio y necesito salir y hacer cosas distintas a la pintura”.

EXPOSICIÓN Y ARTE

¿Cómo definirías tu pintura?

Un realismo parecido al barroco con cierta libertad que me da la pintura actual. Ponte tú, Rembrandt fue muy osado para su época porque se tomó ciertas libertades que no existían en su tiempo.  Él encontró una belleza que sólo se daba en la pintura y se olvidó del cliente y la imagen. Toda esta vuelta que me doy, es para decirte que formalmente me siento mucho muy cercano a él, pero no tanto con respecto a la temática, donde  coqueteo más con el Surrealismo Pop, tipo Mark Ryden, que  está más ligado a la estética en la ilustración.

Tengo entendido que pasaste tu niñez en Chillán, me gustaría que me hablaras un poco de tu relación con la provincia y lo rural.    

Yo desde chico voy a un campo que se llama Junquillo y que queda cerca de San Carlos. Iba de niño todos los veranos,  y aún sigo yendo aunque con menos frecuencia. En realidad toda la producción de los cuadros con los animales y las escenas de cama las saqué de ahí. Hay una luz que entra en el segundo piso de la casa que aparece bastante en mis cuadros. En rigor, la mitad de la exposición está sacada del campo. Yo trabajo desde la niñez porque me parece que,  si bien, es sumamente personal para cada uno, guarda un elemento universal que le puede hacer sentido al espectador en lo esencial.

A mí me sucedió una anécdota que te quiero contar. Una amigo que fue a la muestra de Sergio Larraín en el Bellas Artes me contó que no le había gustado;  me dijo que luego de pasar por tu exposición, el paso de una sala a otra había sido como ir de la una película de Tarantino a una película neorrealista italiana: preciosa pero anacrónica. ¿Te hace sentido?

Me halaga que lo digan pero hay que dejar en claro que Sergio Larraín es tremendo. Lo que me pasa con la exposición de Larraín es que el montaje lo encontré nefasto, y me dio impresión que los curadores que montaron la exposición quisieron hacer una retrospectiva que respetara cada período de su obra y entonces al final quedaron demasiadas fotos para una sala que no es tan grande.

Yo creo que si querían meter toda esa inmensa cantidad de fotografías en una exposición deberían haber utilizado cuatro salas del museo, y hacer una exposición que pudiese aguantar tanta cantidad de fotos. El tema es que la exposición te satura y eso no es un problema de Larraín sino que del ojo humano porque nadie puede ver tanta información al mismo tiempo. A mi juicio, no existe una armonía en el montaje de la exposición  y por eso colapsas.

¿Qué te sucede con el hecho de ser el pintor más joven en exponer en el Bellas Artes en una sala completa?

A mí me importa que sea masivo por el valor que le adjudico a la reflexión. Me pasaba mucho en la escuela que me decían: “hagamos la reflexión sobre el valor de la pintura”,  y a mí me parece que el valor de las cosas reside en la medida en que cada persona se lo otorga. Lo importante es saber cómo comunicar esa reflexión.  Al final, ésa es la función del artista. Porque tampoco creo que mis sentimientos sean tan importantes, sino el modo en cómo los puedo mostrar.

En el caso de tu obra, ¿por qué crees trajo tal cantidad de público?   Porque no todo el mundo que va al museo tiene ni tus referentes ni conoce el arte que a ti te interesa….

Bueno, esos son mis referentes, y no pretendo que la gente entienda mis forros. Por eso yo siempre pinto desde la honestidad del sentimiento más básico y para llegar a eso hay que saber harto de cultura.

También es importante conocerse mucho a sí mismo y  la figuración atrae. El oficio atrae. Pero yo creo que si me hubiese limitado exclusivamente al oficio y hubiera pintado solo bodegones y retratos lo hubiera hecho como Sargent. Y también creo que eso actualmente atrae menos porque es algo ya visto, y no sé si eso tiene una carga muy profunda a menos que sean geniales. Sin querer vanagloriarme creo que eso le hace bien al museo porque hace que la gente se sienta atraída por el museo y vaya mucha más gente. Esto no signifique que crea que en adelante se deban hacer más exposiciones de realismo pero sí soy muy contrario a volver a la idea de la academia…

¿Qué te ha dicho la gente cuando se te acerca en la exposición?

Lo que más me dicen es que quedan impresionados. Y no tanto por la técnica; no me sentiría muy entendido si se quedaron solo con eso. De hecho me carga, y ya no lo hago jamás: no quiero  ser una herramienta técnica para un cliente. Y en realidad nunca lo hice, quizá me pasó con los retratos.

Pero volviendo a la pregunta, la gente me dice que se siente impresionada y perturbada por algo que les resonó en su interior. Y uno puede perturbar de muchas formas; por ejemplo, yo podría haber perturbado de manera mucho más polémica y más facilista descuartizando a mis personajes y probablemente hubiera aparecido en las portadas de Las Ultimas Noticias, pero la gente hubiera acudido al museo de puro morbo y eso es vulgar. Ahí tú comienzas a chocar con el arte en sí mismo. Yo creo que se puede llegar a cierta fibra sensible sin la necesidad de escandalizar y ser burdo.

Te pongo un caso extremo: hace un tiempo se montó la instalación de un artista latinoamericano en la que su idea consistió en poner un perro en el museo y lo tenía amarrado. Y el perro estaba ahí y esa era la obra. Y como el perro no se alimentaba y la idea era que el público atinara a hacerlo y darle agua, murió. Yo pienso que eso es algo ridículo. Y ya ni siquiera te estoy hablando de mi amor por los animales –incluso ni siquiera encuentro que sea tanta culpa de él- bajo la lógica interna de la decadencia de ciertos sistemas artísticos lo que hizo él no es algo incorrecto, y por lo tanto su reflexión no fue mala.

Ahora considero que es algo tremendamente inmoral. Indudablemente bajo la reflexión artística uno puede llevar a cabo un crimen. De hecho, ¿se acuerdan del tipo que robó el Rodin? Yo me acuerdo perfectamente cuando llegó el abogado y decían las mismas estupideces que nos hacían decir en la universidad: es la reflexión entre lo presente y lo no presente, entonces estamos hablando de pura basura. ¡El tipo se robó un Rodin! Su reflexión en todo caso no estaba mal; yo creo que la gente de su universidad deberían haberle puesto una buena nota porque finalmente él no está haciendo algo en contra de lo que le están enseñando; lo que pasa es que el tipo rompió la línea entre el crimen.

Pero ya se reflexionó mucho sobre eso. La reflexión no da para mucho más que eso. Y también está el caso del Marcos Evaristti con sus pescaditos y eso es cualquier cosa, al final, el tipo se hizo rico porque le metieron una demanda los de la juguera y ganó. Es algo insólito. Y luego he escuchado que ese mismo tipo no sabe qué hacer para llamar ahora la atención. Escuché por ahí que compró un muerto y lo sacó de la tumba y lo puso como una exposición y eso es algo tan rebuscado y sobre todo un callejón sin salida que termina atentando en contra de la imaginación.

Si asumimos que el arte es una ficción, y si seguimos bajo esa reflexión, la caída de las Torres Gemelas es una obra de arte magna que cambió el mundo  y que es mucho más potente que cualquier  obra. Incluso podríamos hablar de la belleza del humo y de la performance en si misma pero finalmente estamos hablando un acto terrorista. En ese sentido,  la cosa no se puede expandir tanto, y creo que es importante una contracción para no limitar la imaginación porque si se trata de simplemente crear una polémica ahí lo único valioso sería agarrarte del curador y el galerista de turno con poder y hacer algo que llame la atención con una estética no tan lejana a lo que ya hemos hecho, y listo.

Lo que más me molesta de estas instalaciones es que la anécdota agarre todo el peso de la obra, yo creo que la obra siempre hay que pensarla con el artista muerto y sin que te de ninguna explicación.

¿A qué alude el título de tu exposición La Vida Eterna?

Primero alude al poder de la frase, que tiene una grandiosidad de retórica de iglesia que funciona muy bien. Pero la vida eterna también tiene que ver con la pretensión de la pintura de vivir eternamente. La frase igualmente hace referencia a la religión y a su pretensión de miedo a la muerte. Es también la negación que hace el humano ante la inminencia de la muerte cuando se auto promete una vida eterna. Y por último creo que tiene una sonoridad que funciona por sí misma, y que ya se desprende completamente del significado.

Ahora me gustaría saber cuál es tu posición con respecto al oficio versus la teoría. 

Yo empecé a llegar a un proceso creativo mucho más rico cuando volví a la idea que uno crea como cuando era niño. Mi proceso es cada vez más parecido a eso; yo parto por aceptar cualquier idea y después voy reflexionando en el camino (…) pero si yo pienso demasiado después no puedo hacer nada. Es súper limitante.

Yo creo que el gran pecado que han cometido los pintores que han seguido manteniendo la tradición y el realismo, es limitarse a eso, y despreciar el siglo XX y mirarlo de forma despectiva. Una cosa es que hayan existido errores y la otra es depreciar. Cuando tú desprecias no aprendes.

Si pensamos que el siglo XX nos entregó cosas maravillosas y generó una apertura mental que no existía en épocas anteriores, uno entiende que no puedes volver a hacer pintura solo de géneros; aún a pesar de que hay artistas muy buenos y talentosos  como Jeremy Lipking,  que hace cosas tipo Sargent,  y vende a buenos precios y su vida es fantástica (…) pero él, con todo lo bueno que es ,y todo el talento que tiene, no puede competir en el mercado con los tipos que realmente están metidos en el arte contemporáneo, a todo ese grupo que se le acusa de farsantes…

¿Te refieres a Jeff Koons?

Claro, ahora Koons es tan exagerado que yo lo dejaría fuera. Te pongo un nuevo ejemplo: piensa en un cantante de ópera  talentoso pero no genial que viene a ser como el veinte del mundo. Es seco, hace giras y es reconocido en todas partes pero siempre va a estar confinado al mundo de la opera y el nunca va a poder ser un Freddie Mercury. Él  canta peor que un cantante de ópera pero finalmente tiene un impacto mayor. Y ya que estamos pensando en música popular buena, eso  también sucede en el mercado del arte contemporáneo.

Volviendo a tu pregunta, creo que a  Damien Hirst no lo pondría en este grupo, y yo creo que se lo critica fundamentalmente  porque es el  tipo que gana más plata; es más, creo que por momentos se habla mucho desde la envidia. Hirst está bien; el problema son los “sub productos Hirst”. Ellos son una basura. A mí me gusta de hecho. Y de  Jeff Koons también algunas cosas, o ponte tú Takashi Murakami  que es entretenido pero efectivamente podría ser una ilustración; hay un marketing por detrás que le da valor a las cosas. Entonces no sé si ellos son el ejemplo indicado porque están demasiado en la cima para que su producto sea tan malo. Ahí yo creo que existe un prejuicio al tirarse encima de ellos porque elevan  a millones de dólares los precios del mercado; pero  te vuelvo a repetir: yo creo que los nocivos son los subproductos de estos gallos que son una mierda (…) ahí es donde está la basura y no tan arriba.

En resumen, el problema está en los colgaditos. Es decir, es muy distinto Britney Spears que Madonna. Yo creo que Madonna tendrá su pop y venderá su basura pero Britney Spears es mucho más basura porque a la larga trasciende mucho menos.

O sea, tú puedes vender un arte contemporáneo millonario si  encuentras al curador y al galerista preciso y una obra suficientemente inentendible y semi copiada,  y eso lo puedo hacer cualquiera. Esto es como que todos agarraron el poder duchampiano de decir: “Yo como artista tengo el poder de poner una obra”, y esa obra se volverá mágica gracias a la institución y a la legitimidad que le doy al volverse un arte fetiche y a la gente le producirá algo raro internamente porque la gente siempre trata de buscar la magia en una obra que está muy legitimada.

EL ARTE EN CHILE

Cambiando de tema: ¿Y a ti que te parece la situación por la que atraviesan los museos en Chile?

Creo que el museo de Bellas Artes ha mejorado mucho. Me ha gustado la nueva gestión donde se movilizado la colección permanente. Me cuesta hablar objetivamente porque yo formo parte del museo, y estoy agradecido que me hayan dado la oportunidad de estar, pero me da la impresión de que cada vez hay más dinero involucrado y que cada vez se están moviendo con más potencia.

El MAC por su parte tiene un problema administrativo que parece ser bastante serio. Es un museo de arte contemporáneo muy pobre, y al estar derivado del ámbito universitario probablemente carece de recursos. Con esto que te cuento no pretendo echarles la culpa a sus administradores porque sin un peso debe ser muy difícil gestionar un museo; pero está demasiado ligado a la academia, y creo que no logran atraer bien al público en circunstancias que el museo del arte moderno de un país debería tener poder.

Y me pregunto eso: ¿por qué tiene tan poco poder?  Porque resulta evidente que no tiene ni poder de convocatoria ni poder económico. Y sucede que finalmente tampoco genera mayor interés.

A la gente en Chile le gusta el arte pero al arte hay que motivarlo. En este país no cuentas con un público que ya conoce mucho de arte (…) ponte tú, en Francia el público ha visto tanto museo y arte que puedes darte el lujo de montar exposiciones específicas y la gente se verá atraída por eso. Por el contrario, yo creo que en Chile eso no funcionaría porque estás tratando con un público intermedio; por un lado es importante atraer público pero por el otro es importante que la gente logre asimilar a los museos como un panorama normal y constante. De hecho hay países en donde esto es cultura de masas…

Si tú tuvieras que agregarle algo al Museo de Bellas Artes, ¿qué sería?

Lo primero sería que tuviera más espacio. Por otra parte, es lamentable que los encargados  en Chile  de la colección permanente del museo de Bellas Artes hayan comprado academicismo francés rasca en vez de cuadros impresionistas. Ahí la cagaron brutalmente. Pero eso es un pecado capital de tipos de hace cien años atrás (…) pero lo importante es aprender del error y ver cómo podemos enmendar eso en el museo.

Eso está comenzando a cambiar y el museo está adquiriendo  obras,  cosa que antes no sucedía. En todo caso, lo está haciendo como apoyo al arte chileno y en un plano estrictamente local, pero eso se entiende porque las obras internaciones han subido a un precio inalcanzable. Quizá tendría que existir una rama del museo de busca talentos que consigan obras a buenos precios o, derechamente, contar con muchísima más plata.

Es bueno también que siempre se piense que una exposición será  mejor en términos de costo-beneficio porque si tú traes una instalación muy difícil de asimilar, y que no va a traer mucho público o que no conecta con el espectador, terminarás por satisfacer a un público demasiado específico y refinado. Y eso puede ser muy bueno pero se quedará para el uso de exclusivo de esa elite.

¿Y qué pintores chilenos  te interesen?

Guillermo Muñoz Vera es muy talentoso, también Salvador Amenábar en lo que respecta a la figuración y Víctor Castillo que está mucho más derivado del surrealismo pop y la pintura urbana, además,  es un exponente que tiene un reconocimiento importante a nivel internacional.

¿Qué opinión tienes de la pintura de la Adolfo Couve?

Lo encuentro interesante pero no me mata. Tiene una cosa moral en su Lección de Pintura y creo que es un poco una vaca sagrada acá en Chile. Me parece más interesante como maestro que como pintor. No me llega mayormente porque  encuentro poco ambiciosa su pintura y demasiado  cargado hacia los bodegones. Pero claro, una cosa es la reflexión y la otra es ser capaz de llevar a cabo esa reflexión. Creo que la de Couve no está mal pero es limitada. También tiene el mérito de haber armado toda una tendencia que es influyente hasta el día de hoy y eso me parece que está muy bien. Considero que el camino que Couve marca es interesante como escuela y por algo en la Chile se aprecia tanto. Yo creo que debería haberme metido a la Chile en vez de la católica.

A tu juicio, ¿cuáles son las grandes diferencias entre ambas universidades?

El gran problema con las Escuelas de Arte, tiene que ver con que primero no se puede vender el arte como ser ingeniero comercial, porque las carreras tienen una cantidad limitada de gente que después podrá ejercer ese oficio y cubrir la demanda laboral del circuito. Entonces, claro,  pueden armarle una pauta a los alumnos pero a excepción de Historia del Arte, y los ramos más específicos, todo lo que sea creación de obra está completamente determinado por el profesor – que finalmente son mini escuelas del profesor de turno que imparta la clase-. Si uno quiere aprender cosas en la “Universidad  de Eugenio Dittborn” es mejor trabajar directamente con él. O, si te interesa la pintura es mejor entrar a una academia de pintura.

Acá si tú sales de la universidad como artista no sales ejerciendo como un abogado lo haría luego de terminar leyes. También hay que pasar por una selección natural obviamente porque no da tampoco para que todos sean artistas.

*Nota aclaratoria:

 La siguiente entrevista tiene como propósito rescatar la dimensión menos conocida del pintor, y por lo mismo, no pretende tanto glosar una biografía de su carrera – que ya fue profusamente reseñada en varios medios de comunicación- sino que pretende bosquejar  un retrato íntimo del pensamiento, la sensibilidad y las obsesiones de su autor.

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