Ensayos — 5 enero, 2015 at 8:34 pm

GÓMEZ MOREL: FUERA DE LA MATRIZ SOCIAL

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Por Héctor Vera

“Sigo sintiendo deseos de delinquir. No estoy regenerado. No busco redimirme porque haya fracasado como delincuente. Triunfé y fui rey del hampa continental, pero fracasé como hombre, como ser humano”

(Alfredo Gómez Morel 1917 – 1984)

 

 

La literatura de los bajos fondos, como se llamó al estilo donde desta­can las obras de Luis Rivano, Arman­do Méndez Carrasco, Luis Cornejo y Alfredo Gómez Morel, no debería ser encasillada dentro del paradigma de la novela social. Principalmente porque en ella no hay redención, arrepentimiento ni reincorporación, los personajes no son víctimas de la sociedad, sino que simplemente eligen opciones distintas a la que toman el resto de los individuos. Además, el lenguaje es más directo, sin adornos y en la novela social, de alguna forma, se nos muestra un mundo más armónico, más humano, el ladrón no es borracho… el malo no es tan malo.

Por todas estas razones y quizás más, la Generación de los 50 (Lafour­cade, Donoso, Blanco), miraba con desprecio a estos autores tan lejanos de sus modelos europeos o norteamericanos, sencillamente no había mucho de Faulkner o Whit­man en Chicago Chico (Méndez Carrasco), El Apuntamiento (Riva­no), Barrio Bravo (Luis Cornejo) o en El Río (Gómez Morel). Como decía el escritor y periodista Luis Sánchez Latorre (Filebo) “(…) este realismo tan chileno les molestaba un poco. No había distancia entre la literatura y la vida, todo llegaba en bruto”. De los cuatro autores mencionados, tres de ellos convivían diariamente con el bajo mundo relatado en sus novelas: dos eran carabineros y uno fue un verdadero delincuente.

En 1962 apareció la primera edición de El Río, primer y más destacado libro de Alfredo Gómez Morel (1917- 1984). La obra fue escrita en la cárcel

de Valparaíso mientras el escritor estaba recluso. Esa sería la última de 288 condenas que Gómez Morel cumplió en diferentes países de América en un periplo delictual que se finaliza en 1948 y que es detalla­do en sus tres libros editados: El Río, La Ciudad y El Mundo, que juntos conforman la novela autobiográfica Mundo adentro montado en un palo de escoba.

 

El Río fue el libro más exitoso del autor, se vendieron más de 85 mil ejemplares, tuvo 16 ediciones, contri­buyó a la dictación y promulgación de la Ley de Defensa del Niño y fue publicado en Francia por Gallimard con prólogo de Pablo Neruda. Es acá donde el autor de Residencia en la tierra acuña el apodo más común­mente utilizado para Gómez Morel y para su obra: “El Clásico de la Miseria”. En 1997, gracias a un revival impulsado por Alberto Fuguet, en la Zona de Contacto, vuelve a publi­carse gracias a la editorial Sudame­ricana que saca el libro con prólogo del escritor de Tinta Roja, pero que, inexplicablemente, no paga dere­chos de autor a la familia. De ahí en adelante, diferentes obras se han basado en El Río, una opera hip hop a finales de los noventa, una obra de teatro llamada Hijos del Cauce dirigida por Christian Ortega en 2010 y muchas más.

En El Río, Alfredo Gómez Morel narra su infancia y los comienzos de su camino delictual junto a los pelusas de las caletas del Mapocho. En este libro, el autor explica el germen de su odio a la sociedad: ser abandonado por su padre, violado por sacerdotes de la Gratitud Nacional, abusado por la policía, haber tenido una vida miserable y ser diariamente golpea­do por su Mamá Escoba, apodo que “cariñosamente” le da el escritor a su bella madre por su especial predi­lección de romperle escobas en la cabeza junto a sus amantes.

Tras la publicación de El Río, el autor gana notoriedad y dinero. Nunca volvería a repetir este éxito.

Su segundo libro, La Ciudad, narra las aventuras del escritor en las chifas de Perú bajo el mando de Mao, un chi­no narcotraficante de cocaína don­de continúa justificando su opción de vida: “Las cosas que viví junto a Mao me hicieron perder todo vestigio del respeto que aún podía conservar por las personas y autoridades que conformaban el medio social que combatía a mi manera”.

Este año, publicamos en conjunto con Tajamar editores, El Mundo la tercera parte de su autobiografía. El libro estuvo más de treinta años guardado en un baúl por su segunda esposa y sus hijos mellizos. En esta póstuma entrega se relatan los viajes del escritor por Colombia, Venezuela, Haití y Cuba donde participa como mercenario en delirantes sucesos como tráfico de armas, el asesinato del político Jorge Eliecer Gaitán en el Bogotazo, la guerrilla paramilitar de derecha de Colombia y el asesinato de un guardaespaldas de Batista.

La debacle

Alfredo Gómez Morel jamás logró repetir el éxito obtenido con El Río, si bien trabajó como periodista en revistas de los años 60 y 70 como Golpe y Aquí Está, la bohemia de la época hizo malgastar sus ganancias y lo poco que le quedaba lo entre­gó a su “amigo” Gabriel Fernández Román a quien también cedió los derechos de su obra para la produc­ción y adaptación al cine de su no­vela. Esta estafa fue el comienzo del final del escritor, quien se vio afec­tado por un creciente alcoholismo y depresión. De esta época se pueden encontrar diferentes artículos donde el autor se ofrece para clases parti­culares, solicita la pensión de gracia a Pinochet, que nunca se entregó, y otros en donde es reportado como desaparecido por su familia.

Finalmente, solo y en una miserable situación, Gómez Morel es encon­trado muerto en la humilde pieza de pensión que habitaba en Balmace­da 1372 en la población San Rafael de La Pintana.

 

 

Sus restos permanecieron 3 días en la morgue antes que su familia fuera a reconocerlo.

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