Destacados, Entrevistas — 8 octubre, 2015 at 9:00 pm

Cristián Zamora, sicólogo comunitario: “Hoy día ya no corresponde hablar de lo rural como sinónimo de lo agrícola y de lo campesino”*

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Por María Paz Rau Parot

Fotos: Josefa Toral

 

Cristián Zamora es autor del texto Relaciones entre psicología comunitaria y ruralidad, publicado en Hacia una Psicología Rural Latinoamericana[1], donde se aborda la relación entre la Psicología y el mundo rural en las últimas décadas en nuestro país. Durante la entrevista nos cuenta que estuvo tres años en Talca haciendo clases en varias universidades y trabajando en sectores rurales aledaños, por lo que conoce de cerca las prácticas características de la zona. Desde ahí, nos presenta una mirada interesante en torno a las reflexiones pendientes de la Psicología con las intervenciones y acciones sociopolíticas que se realizan en comunidades de las zonas rurales e indígenas de Chile.

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Propones en tu texto que en un principio hubo una mirada de lo rural desde las transformaciones socioeconómicas y después se hizo desde las políticas públicas. Entonces, desde ahí, ¿cómo se entiende el concepto de lo rural en Chile?

 

Lo rural en Chile históricamente se ha entendido bajo el prisma de un cierto modelo que se llamó desarrollismo o modernización, y en ese esquema, el “desarrollo” iba a venir de la mano de la transformación de la sociedad latinoamericana, como el espejo de la sociedad industrial europea urbana. En ese esquema, donde la civilización y el progreso estaban del lado de lo urbano industrial, el campo parece como una categoría residual. Por lo tanto, buena parte de lo que uno puede rastrear en general, sobre todo en la Psicología y en los programas públicos que intentan la transformación de la subjetividad de sujetos rurales, está dado por categorías que son norteamericanas, como las categorías de transformación, emprendimiento, etc.

 

“Hay que transformar a la gente del campo porque no tiene aptitudes…”, en el fondo esta idea sobre el campo también implica que hay que civilizarlo, en términos de dejar de ser campesino y transformarse en empresario rural. Eso da cuenta de que no hay valor por las formas de vida, las formas de organización, la historia, la cultura local, las formas de producir, etc.

Por los años ‘70s aparece la Reforma Agraria, las cooperativas campesinas y hubo una aproximación de otro modelo de desarrollo a lo rural, que podríamos decir que fue como un interludio, porque fue muy pequeño. Pero en general, se ha abordado lo rural como una categoría residual y la psicología nunca reflexionó, sino que se plegó como el brazo armado psicosocial técnico y tecnológico a una estrategia de desarrollo que no ha cuestionado, donde lo rural aparece ahí como básicamente modificable, transformable.

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Tú dices que la psicología se pliega a un modelo de intervenciones y acciones en terreno, que ya está instalado, entonces si lo pensamos desde una teoría un poco más crítica de la psicología, ¿cuál sería el aporte que le podría hacer al mundo rural?

Nosotros estamos trabajando una noción de lo rural como un territorio rural, que pueda atender el trabajo de los profesionales a las particularidades culturales, históricas, sociopolíticas de cada territorio y entender esos elementos como recursos que pueden ser activados, por ejemplo, las formas de vida, las narrativas, las historias, etc.

En general, el aporte sería la lectura, la manera de captar lo rural en su dimensión no solamente económica, donde cualquier cosa que sea identitariamente valiosa se toma como algo que se pueda vender. Sin negar eso, lo que se puede hacer desde la psicología social y comunitaria, es precisamente valorar el territorio como un campo de juego, donde existen actores diversos, que tienen intereses contrapuestos y que, en definitiva, tienen distintas formas de capitales que pueden ser activados para generar formas de organización económico-productivas, que no sean necesariamente de orden capitalista, el tema de las cooperativas, los movimientos sociales. En suma, lo que uno podría decir es que una psicología debiera tener pertinencia cultural, histórica, política.

 

Uno de los problemas que se menciona sobre el mundo rural tiene que ver con las pocas oportunidades de educación y trabajo para los jóvenes, donde finalmente siempre tienen que migrar a la ciudad. ¿Qué se podría hacer, no sólo desde las políticas públicas, para darles más oportunidades a los jóvenes, para que no sientan esta necesidad de irse del campo?

Yo no soy experto, pero lo que te podría decir en relación a tu pregunta, es que no estoy tan seguro que esa migración desde lo rural hacia la ciudad sea el patrón que hoy día caracteriza las dinámicas de población rural. Básicamente, yo me apoyo en alguna literatura de un profesor de la Universidad De Chile, Manuel Canales, que tiene un texto que se llama De la metrópolis a la agrópolis, donde se muestra que hoy día el desarrollo metropolitano se ha cambiado en Chile por un desarrollo agropolitano; es decir, las ciudades intermedias, como Talca, pasan a ser los lugares céntricos. Se dice que la migración está más bien dada desde estas localidades agrópolis o centros agropolitanos. Por lo tanto, señalar que el tema como se uno se imagina la migración campo ciudad así como del campo a Valparaíso, Santiago o Concepción, no; aquí la migración se está dando para el lado de estas Curicó, Rancagua, etc. Entonces, eso en un primer término.

A mí lo que siempre me llamó la atención del terminal de Talca era que yo estaba ahí y a mí me parecía que llegaba gente de muchos lugares y que afuera había ovejas y que estaban los pavos amarrados; era un centro neurálgico de gente que yo no veía en la Fuente Germana o en la diagonal, entonces ese es el tema, estas ciudades intermedias son centros donde la gente, si migra, migra hacia allá, y menormente hacia cuestiones más grandes.

 

En la editorial del libro, Landini, habla sobre los mitos de la ruralidad, ¿cuáles son, a tu modo de ver, estos mitos?

 

Uno de los mitos que todavía me sigue dando vuelta es que lo rural, el espacio social rural, es algo que se asocia como a una incapacidad de leer el mundo de forma correcta. Esa idea del campesino como alguien bruto, lo rural como un lugar fundamentalmente primitivo; esa cuestión no es así. De hecho, yo te puedo decir sobre mi experiencia que tuve en la Isla de Pascua – porque el mundo indígena aparece como parte del mundo rural hoy día – y sorprende el nivel de conocimiento y de valoración que tienen sobre su historia y su cultura, el trabajo permanente que ellos realizan todo el año a través de diversas actividades formales e informales, muestra que, en el fondo, los llamados sujetos no modernos representan otra forma de modernidad. Ese mito en particular tiene que ver con la idea de que lo rural es algo extremadamente quieto, donde, la verdad, no hay mucho que conocer.

 

Ahora pensando en las políticas públicas- en las cosas que se han hecho en los últimos años-, ¿cuál es la mirada que hay ahora en el mundo rural desde el poder y hacia dónde va?

 

Podría decir que en definitiva lo rural, producto de las transformaciones económicas y la globalización, se ha transformado y hoy día ya no corresponde hablar de lo rural como sinónimo de lo agrícola y de lo campesino, sino que corresponde hablar de lo rural como un territorio dinámico. De acuerdo al trabajo que vienen haciendo instituciones internacionales como RIMISP[2] e IICA[3], que funcionan como correctoras del modelo que entiende el desarrollo no sólo como  como desarrollo económico, no solamente como una unidad productiva; en el territorio hay movimientos sociales, hay otro tipo de prácticas, entonces el territorio es visto con un enfoque de desarrollo territorial rural con identidad cultural y por lo tanto, lo que cabe ahí es explorar procesos de encadenamiento productivo.

Se ha abierto el tema económico hacia la identidad cultural y la asociatividad, pero lo que está pendiente es, por ejemplo, mayor fuerza en cuestiones que tengan que ver con desarrollo propiamente social, salud mental, salud rural, educación rural. Entonces, yo diría que lo que se ha hecho ha tenido que ver con un cambio de primer orden, en el sentido de que antes el objetivo, la metáfora, era que ese mismo campesino que iba pegándole al buey, tenía que bajarse y subirse a un tractor, o sea, de campesino a granjero.

Pero es  un cambio, porque el tema es básicamente cómo seguimos obteniendo recursos monetarios de lo que tenemos aquí como cultura, lo que hace de cierta manera la Isla de Pascua, pero desde el punto más bien de la psicología social. Es muy restringido pensar que el desarrollo sólo va a venir de la mano del despliegue de procesos económicos en los territorios rurales, y eso es lo que se ha venido haciendo, básicamente. Entonces, el desarrollo debe verse no solamente cuando hay superación de pobreza, o ver que la pobreza no sería solamente una cuestión económica, que es una cuestión más o menos vieja de plantear.

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*Cristián Zamora es Psicólogo de la Universidad de Valparaíso y Magíster en Psicología Comunitaria de la Universidad De Chile. Actualmente es profesor del Departamento de Psicología de la U. De Playa Ancha y de la U. De Chile, además de haber hecho clases en la U. De Talca y U. Católica del Maule, entre otras.

 

[1] Landini, F. et al (2015). Hacia una psicología de la ruralidad latinoamericana. Buenos Aires: CLACSO.

[2] RIMISP: Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural.

[3] IICA: Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura.

 

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