Ensayos — 6 enero, 2015 at 2:12 pm

RIGON BENOIT: TALCA ANTES DE GOOGLE

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Por Eduardo Bravo P.

Más de treinta mil materias con la historia de Talca y el mundo: prensa, perfiles, fotografías y libros, conforman el impresionante fondo documental del cronista Benito Riquelme, bajo resguardo en el Centro de Documentación Patrimonial de la Universidad de Talca.

El papel arde a 451 grados Fahrenheit o su equivalente en Celcius. Esto lo sabía Benito Riquelme. Al igual que Montag, el personaje de la novela de Bradbury, Riquelme era bombero, pero su cercanía al fuego muy distinta: los bomberos de la novela tenían la misión de quemar libros porque al leer los hombres empezaban a ser diferentes, cuando debían ser iguales.

El cronista formó un impresionante archivo que crecía minuto a minuto alimentado por la diferencia y la diversidad: los acontecimientos y personajes fueron una obligación fanática para el bien de todos.

Actor de teatro, artista plástico, coleccionista y funcionario del Seguro Social, lo anotaba todo y lo firmaba con la frase “tomé conocimiento”, relata María Rojas, esposa del fallecido uomo universale del Piduco.

Riquelme fue capaz de reunir al mundo contemporáneo en su casa de la Alameda en Talca, destruida por el terremoto de 2010, para convertirla en una biblioteca-museo que abría generosamente a profesores, estudiantes, y a quien quisiera documentarse sobre algún tema de actualidad, ofreciendo una suerte de protointernet, un buscador personal de código abierto.

El fundador del museo bomberil más antiguo de Chile (1958), creó un sistema que le permitía vivir en función de la crónica urbana. Escribía gracias al apoyo análogo de las 15 mil fichas escritas a mano que integran su kárdex, material rigurosamente indizado a carpetas que emocionan hoy, silentes y pulcras, como un obsequio del tiempo guardado en el depósito histórico del Centro de Documentación de la Universidad de Talca.

HIPERTEXTO

De este impresionante hipertexto del siglo XX, Riquelme consiguió el dato erudito, la ironía y el detalle matemático exacto para ecualizar la presión y profundidad de cientos de crónicas urbanas, 50 de las cuales fueron recopiladas por el académico del Instituto Abate Molina de la UTALCA, Pedro Zamorano, en el libro “Crónicas talquinas”, presentado en 1997 por el Premio Nacional de Literatura, Guillermo Blanco.

Abrir hoy los sobres amarillos del seguro social, conmueve y fascina. Especialmente por el rigor y generosidad con que el artista archivó el tiempo que le tocó vivir y que constituye, en opinión de sus estudiosos de su obra, “la fuente más importante de información y estudio sobre el desarrollo histórico de la ciudad”, y del país.

Pero también nos juega una broma: nos pone frente al dilema de qué y cómo guardar en tiempos donde el respaldo digital es incierto, caduco, y la pérdida o robo de información, una amenaza real.

“Este registro es el mejor reflejo de los debates, de las demandas ciudadanas, de las familias, de las mitologías y las instituciones. Es la mejor investigación de Talca, desde 1950 a 1980”, agrega el profesor Zamorano

 

FRENTE AL LEÓN

A fines de 1920 el director del Diario La Mañana, Vicente Rojas Labarca, le dio a Riquelme un pase de corresponsal con la instrucción perentoria de entrevistar en Santiago al escritor de moda: Joaquín Edwards Bello.

Más que un entrevistado, Edwards Bello era el blanco para una venganza social en protesta por sus reiterados ataques al corazón de la talquinidad.

En uno de sus artículos -del diario La Nación- el escritor elogia la sencillez de Valparaíso a la que contrapone un supuesto “complejo talquino”. “Así llamo yo a la enfermedad del resentimiento originado en Talca”, a lo que Benoit replica: “el siútico como el mediocre se encuentran en cualquier conglomerado humano, y atribuirlo a un pueblo significa un descuido o una ligereza de juicio; por aquella costumbre de herir a las provincias desde la capital, quizás por aquello de que Santiago es Chile”.

La suerte estaba echada y el talquino decide enfrentar al león en su guarida. Fue el poeta Jerónimo Lagos Lisboa quien lo conduce a la casa de Edwards Bello. Así lo registra el propio cronista el 8 y 9 de abril de 1968 en su columna “Crónica Irreverente para Joaquín Edwards Bello”, donde (a modo de homenaje al recién fallecido novelista) relata el desigual encuentro entre la provincia y la metrópolis.

“Jerónimo me advirtió: puede ser que lo encontremos de buena. A veces está alegre como Calígula, y otras frío como Tiberio (…)”.

“De esta primera entrevista guardo la impresión del ratoncillo en los dominios del león que pasa por encima de sus manazas porque tiene conciencia que el monarca felino no se molestaría ni en meterle susto. Me dejó que hurgueteara en sus libros, copiara dedicatorias, algunas sabrosas y picarescas, otras con profundidad filosófica…”.

Edwards estaba en la cúspide de su carrera y sus libros El inútil y El Roto eran devorados por los chilenos de todas las clases sociales.

“La entrevista había terminado (…) al estrechar su mano sentí la presión característica del saludo fraternal, más, al esperar su confirmación, esto no se realizó, sino que la mantenía firme como el acero, como una prolongación de su mirada, y con toda gentileza me pregunta:

-¿Cómo estuvo la comida?

-¿Qué comida? pregunté candorosamente.

-La que le ofreció la intelectualidad talquina cuando me tiró las orejas.

Parece que en forma instantánea ardió mi cabeza como si prendieran las raíces de mis cabellos y en el atolondramiento descontrolado y torpe le confieso:

-No se realizó.

Aflojó la presión de su mano y me despide con sonrisa benévola y paternal:

-¡Tarquino!” (Sic.)

La razón de la furia de Edwards contra Talca coincide con el final dramático de su amor con Silvia Veles. Una cadena de hechos violentos se desencadenan cuando la invita a pasear por el sector de la gente bien de la plaza de Talca. Este hecho indigna a la aristocracia local, derivando en una pelea que deja a Joaquín en la cárcel y a Silvia semidesnuda en público tras sufrir el desgarro de su ropa.

Al recuperar la libertad, Edwards Bello se entera del suicidio de Silvia. El dolor que expresa el novelista es terrible. Lo relatada en su crónica: “Talca y la lucha de clases”, publicada en La Nación, en 1927.

RECORDAR

En el libro Crónicas Talquinas aparecen éste y otros portentos de Rigón Benoit. Fue presentado por Guillermo Blanco en enero de 1997 con este discurso: “Si recordar es traer de vuelta al corazón, no siempre es traer lo mismo. El corazón pone lo suyo cada vez. Le va imprimiendo su sello a la memoria. Y la nostalgia, que en su origen es `viaje hacia el dolor’ o ‘viaje con dolor’, se convierte en ejercicio amable, en regreso, en hallazgo”.

“Las crónicas de Riquelme abarcan tres niveles distintos, pero complementarios”, sostiene Pedro Zamorano: “La ciudad en relación a los sucesos de interés nacional, la historia de Talca y los temas contingentes o incluso la cultura universal”.

Son accesibles a un público amplio, siempre recurriendo al dato erudito, a la bibliografía especializada y al uso documental de su archivo.

Benito Riquelme nace en Talca el 26 de junio de 1904 y muere el 28 de septiembre de 1989. Tras estudiar en el Liceo de Hombres de Talca ingresa a Derecho en la Universidad de Chile en 1924, carrera que deja en 1928, “por problemas de salud”.

FUERZA CENTRÍPETA

“De Benito Riquelme podría decir que su obra participa de una experiencia centrípeta del mundo y que reivindica -no sé si deliberadamente- cierta construcción provincial de la realidad, donde los acontecimientos sólo cobran forma en la conciencia individual y colectiva si pueden ser percibidos como acontecimientos locales”, apunta el periodista y doctor en Literatura, Mario Verdugo.

“Su encontrón con Edwards Bello entra en ese tipo de codificación -local/real- pero no entra verdaderamente al despectivo código capitalino, que por lo demás es el código dominante. Recordemos que la contundente respuesta de don Joaquín es: «no se preocupe, amigo, yo jamás leo diarios de provincias”.

Óscar Riquelme, uno de los siete nietos de Rigon Benoit, habla con emoción sobre esa fuerza centrípeta a la que alude Verdugo.

Riquelme, vive en Brooklyn donde se dedica a las artes visuales y gastronómicas. Consultado para este reportaje, no duda en calificar a Benito y a su abuela María, como fuerzas complementarias de la naturaleza que han definido incluso su propia vida de artista.

Creo que los dos se complementaban de una manera creativa extraordinaria. Mi abuelo con su escritura, pintura e insaciable curiosidad y pasión de estar vivo, mi abuela Maria a su lado, con una mano que siempre cultivó sus plantas, flores y frutales, y con su cocina. Los dos enciclopedias vivientes, y los dos, las personas más queridas e inspiradoras de mi vida”.

EL MEDIO

Sin diario no hay crónica urbana posible. Su estructura fragmentada, necesariamente exige como condición la accesibilidad que entrega un lenguaje simple, pero erudito.

La mayor producción cronística de Riquelme se registra en La Mañana de Talca, aunque escribió para Nuevo Zig-Zag, Vea y El Sur de Concepción. Sus Crónicas liceanas, Crónicas talquinas, Crónicas de la frontera, y su columna El balcón, ocuparon las páginas del diario que mayor influencia marcó en Talca durante casi la totalidad del siglo XX. La Mañana tuvo épocas, al comienzo un periodismo culto y de excelente impresión, que contribuyó con editoriales y crónicas a modelar la opinión pública local en diversos temas, como la reconstrucción tras el terremoto de 1928, la cultura o las ciencias; para luego entrar en una espiral de decadencia, hasta desparecer en 1991.

Fundado en 1906 por Enrique Prieto, en 1912 fue adquirido por Vicente Ignacio Rojas Labarca, quedando en 1930 bajo la responsabilidad de Vicente Rojas Albornoz. Durante los años 50 asume la dirección Juan C. Bravo hasta mayo de 1989. Su actividad coincide con Rigon Benoit.

Tras el cierre, fue adquirido por el empresario César Aldana quien lo reedita en formato tabloide en 1994, manteniendo el blanco y negro tradicional con el que circula hasta 1996. Posteriormente diario EL CENTRO transformó la marca en una fugaz, pero excelente revista de circulación mensual, hoy desaparecida.

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