Ensayos — 5 enero, 2015 at 10:26 pm

MURALISMO EN CHILE

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Las huellas de la primera vanguardia latinoamericana en nuestro país*

Por Carolina Cox

La pintura mural ha sido un medio de expresión desde tiempos prehistóricos, iniciándose con el arte rupestre en las cavernas; luego en la decoración de los muros de sepulcros; en palacios que transmiten la historia de diversas civilizaciones; la pintura religiosa de los templos y la decoración moderna de espacios interiores.

Pero el Muralismo, identificado como la primera vanguardia latinoamericana, nació al amparo de la Revolución Mexicana, con la formación del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a fines de la década de 1930. Consciente de la necesidad de unir al pueblo en torno a un mismo ideal político y social, el Estado  convocó a las artes invitando a pintores a decorar los espacios públicos con obras que rescataran el pasado precolombino, fortalecieran la identidad mexicana y promovieran los ideales de justicia social del nuevo gobierno.

De esta forma arte y  política se unieron para originar un nuevo movimiento artístico, monumental y de utilidad pública. Así lo manifestaron los artistas, bajo el Manifiesto redactado por Siqueiros, en el que se comprometían a “colaborar con el gobierno en los ámbitos de la educación y la cultura por medio del mural y el efecto multiplicador que este puede alcanzar en el espacio público (…), socializar el arte, oponer al individualismo el trabajo colectivo y desarrollar obras de gran formato”[1][1].

El impacto social y estético del muralismo, junto con la influencia mexicana en el continente latinoamericano, llevó a la rápida propagación de este movimiento, influyendo en artistas de la talla de Cándido Portinari en Brasil; Federico Matus en Nicaragua; Oswaldo Guayasamín en Ecuador; Rodolfo Franco y Alfredo Guido en Argentina y Laureano Guevara, Gregorio de la Fuente, entre otros, en nuestro país.

En Chile éstas influencias se hicieron sentir y encontraron acogida gracias a los grandes cambios sociales de principios del siglo XX, que llevaron al involucramiento de las masas en el acontecer de la época. Además, contribuyó al desarrollo de esta disciplina que en 1928 se cerró la Academia de Bellas Artes y sus alumnos fueron enviados a Europa para que pudieran aprender de las nuevas tendencias artísticas.  A Laureano Guevara se le encargó particularmente el estudio de la pintura mural, lo que llevó a cabo en Dinamarca. Además, en conjunto con Arturo Gordon, Guevara realizó una serie de grandes lienzos, que representan las actividades económicas del país y decoraron el Pabellón Chileno de la  Exposición Internacional de Sevilla de 1929.

A su regreso Guevara instauró la cátedra de pintura mural en la Escuela de Bellas Artes, la cual pasó a depender de la Universidad de Chile después de su reapertura. En esta cátedra enseñó las técnicas del temple, fresco  y témpera sobre el muro, formando a la primera generación de muralistas chilenos. Algunos de sus alumnos fueron Gregorio de la Fuente, José Venturelli, Osvaldo Reyes y Fernando Marcos, entre otros. Pero en Chile el muralismo aún carecía de un verdadero impulso para plantearse como un movimiento artístico y la cátedra de Guevara se enfrentaba a diferentes dificultades, como la falta de muros para desarrollar proyectos definitivos.

Como muchas de las ironías de la historia, fue un gran desastre natural lo que  instauró el muralismo en Chile, llevando a la influencia directa y presencial de sus pares mexicanos en el país. El 24 de Enero de 1939 un gran terremoto azotó la región del Bío-Bío, teniendo como epicentro la ciudad de Chillán, la que quedó completamente destrozada. Las autoridades internacionales expresaron su solidaridad a través de diferentes donaciones, como la escuela que el Gobierno Mexicano aportó para la afectada ciudad. Ésta fue decorada en su interior con dos grandes murales, ejecutados por los célebres maestros mexicanos David Alfaro Siqueiros y Xavier Guerrero. Dada la magnitud de las obras, los artistas fueron asistidos por Laureano Guevara y sus alumnos, los que pudieron complementar sus enseñanzas con esta práctica junto a dos grandes exponentes del muralismo mexicano.

Cabe destacar las gestiones de Pablo Neruda, cónsul chileno en México, quien hizo posible la presencia de Siqueiros en el país, ayudándolo a escapar de una condena carcelaria por un presunto atentado que el artista habría cometido contra León Trotsky, ex líder soviético asilado en suelo mexicano.

Las obras de la Escuela México de Chillán fueron las impulsoras del muralismo en Chile, incentivando la inclusión de murales en los nuevos edificios públicos, especialmente los que se levantarían en la zona afectada por el sismo. Este fue el caso de la Estación de Ferrocarriles de Concepción, construida en 1942 y cuyo hall principal fue decorado con un gran fresco de Gregorio de la Fuente.

Más tarde la Empresa de Ferrocarriles del Estado repetiría esta exitosa experiencia, decorando también sus nuevas estaciones de La Serena en 1952 y Los Andes en 1953; donde De la Fuente volvió a inmortalizar al fresco la historia regional de cada zona.

Así también, una alianza lograda entre los muralistas y el Ministerio de Educación en 1945, fomentó la decoración de escuelas públicas, con obras murales como las de la Ciudad del Niño, ejecutadas por Laureano Guevara, Fernando Marcos, Orlando Silva y Osvaldo Reyes[1][2]. Sin embargo, tanto este proyecto como otros que pretendían decorar los espacios públicos, enfrentaron serios problemas de financiamiento que dificultaron el desarrollo del muralismo en el país.

En 1960 nuevamente un terremoto hizo remecer la situación del muralismo y del arte en general, cuestionando la identidad nacional y llevando al surgimiento de nuevas expresiones. En esta oportunidad el gobierno mexicano volvió a mostrar su solidaridad, haciendo posible la realización del mural de Jorge González Camarena, Presencia de Latinoamérica en la Casa de Arte de la Universidad de Concepción. Con esta obra el muralismo se consagró como un movimiento propio de la VIII Región, llevando a un gran auge que se manifestó en la ejecución de más de 20 murales en diversas escuelas de la zona en tan solo una década. Otra obra de la que vale destacar es Historia de la Medicina, realizada en 1957 por Julio Escámez, en la Farmacia Maluje de Concepción.

La polarización y politización de la sociedad hacia la década de 1960, con un ambiente internacional cargado por la Guerra de Corea, la Revolución Cubana, y la Crisis de los Misiles, repercutió en el ambiente nacional haciéndose sentir en conflictos como la larga huelga de los mineros del carbón en 1960 y en la propaganda política de las elecciones presidenciales de 1964. En este contexto, el muralismo se convirtió en una herramienta política de promoción del candidato del Frente de Acción Popular, Salvador Allende. Así nacieron las primeras brigadas muralistas, produciendo obras que aspiraban al impacto visual inmediato, en vez de su perdurabilidad en el tiempo. Se trataba de un arte rápido, directo, simple y anónimo, plasmado en muros sin preparación alguna, pues su carácter era pasajero.

A partir de 1970 las brigadas se convirtieron en el medio más eficaz de propaganda estatal del gobierno de Allende, el que contó con escaso apoyo de los medios de comunicación. Pero la aguda crisis social, política y económica que atravesaba el país, desembocó en los tristes acontecimientos del 11 de Septiembre de 1973, con lo que muchas expresiones artísticas se vieron paralizadas, mientras sus exponentes debieron  exiliarse en el extranjero. Cabe destacar que muchos muralistas dejaron una importante huella en los países que los recibieron, como José Venturelli en Suiza, cuyos vitrales en la Iglesia de la Magdalena fueron reconocidos  Patrimonio de la Humanidad por las Naciones Unidas, o las obras de los brigadistas en los países nórdicos, tema que ha sido poco investigado en la historia del arte chileno.

Recién hacia fines de los ochenta y desde instituciones como la Asociación Chilena de Seguridad, y el Metro de Santiago, la pintura mural volvió a surgir en el país como una forma de expresión artística que buscaba llegar a un público extenso; renovando su compromiso social, para dejar atrás las diferencias políticas y luchar por la unidad nacional.

Con el retorno a la democracia, que coincide con el término de la Guerra Fría y la despolarización del ambiente internacional, surgieron iniciativas que reivindicaron el muralismo, como el Museo a Cielo Abierto de Valparaíso, donde 20 connotados artistas nacionales, muchos de ellos ausentes por casi dos décadas del país, regresaron para plasmar sus obras en los muros de la ciudad.

Luego, junto con las decoraciones murales en los hospitales, escuelas y edificios públicos y privados, continuaron surgiendo proyectos de murales urbanos que llaman a la valoración de la ciudad. Entre ellos destacan importantes proyectos comunitarios en viviendas sociales, como el Museo Urbano Gómez Carreño en Viña del Mar y el Museo a Cielo Abierto de San Miguel.

Aún así y a pesar de contar con más de 200 obras murales a lo largo del país, el muralismo en Chile carece de una identidad propia como movimiento artístico. Los murales suelen ser considerados parte del edificio que los contiene, ignorándose su autor, su técnica e incluso pasando desapercibido ante transeúntes que caminan a diario frente a estas obras monumentales.

Tomando conciencia  de esta situación, se ha detectado la urgencia de poner en valor el muralismo en el país, para asegurar el resguardo de las obras. Se deben crear catastros, detectar el estado de conservación, diseñar proyectos de restauración y desarrollar diversas actividades que logren rescatar el Muralismo en Chile, antes de que sea demasiado tarde.

*Este texto es una extracto de la ponencia realizada por la autora en la Asamblea Constitutiva de la Asociación Gremial de Conservadores -Restauradores de Chile(AGCR), 2012.

[1][1] Siqueiros, et alt., “Manifiesto del Sindicato de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores Mejicanos”, p2 http://artemex.files.wordpress.com/2010/12/lectura-4-manifiesto-del-sindicato-de-pintores-y-escultores.pdf, [Consultado el 15/11/11]

2 La mayor parte de estos murales se conservaban al menos hasta el año 2010. Actualmente se está llevando a cabo un proyecto inmobiliario en la ex Ciudad del Niño y se desconoce el estado actual de estas obras.



 

 

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