El Mito — 6 enero, 2015 at 7:55 pm

V.H. ORTEGA: «LO QUE ME MATA SON ESOS MISTERIOS QUE SE RESUELVEN A TRAVÉS DE IDEAS FUTBOLERAS»

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Entrevista con el escritor Víctor Hugo Ortega.

“Si nos hubiéramos enfrentado dos años, dos meses o

dos horas después, Uruguay hubiera salido goleado”.

Zizinho*.

 

Ghigghia recibe la pelota a la entrada del área y con un tiro rasante la pone entre palo y arquero. Con este gol, anotado en el minuto 34 del segundo tiempo, en la final de la Copa del Mundo del 50, Uruguay ponía el inexorable 2 a 1 y vencía al local, Brasil, iniciando uno de los mitos más grandes de la historia.  A más de 60 años, y con el nuevo mundial en Brasil a la vuelta de la esquina, el periodista Víctor Hugo Ortega, inicia y centra su libro Elogio del Maracanazo, en la inmortal odisea celeste.

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En el cuento que le da el  nombre al libro el protagonista, un veinteañero,  y un amigo deciden viajar a Montevideo a conocer a su ídolo, don Alcides Ghiggia. Con esta historia se abre un interesante camino, dividido en 9 relatos, lleno de historias cercanas al fútbol.

 Con un estilo narrativo muy personal y con un lenguaje coloquial Elogio del Maracanazo relata grandes momentos del deporte rey visto desde afuera, desde la galucha; las grandes estrellas y sus genialidades son miradas con esa ternura, con esa sana envidia de hincha. En este afán de mostrarnos el deporte desde los ojos del espectador, radica uno de los aspectos más interesantes del texto, ya que el autor logra quitarle al fútbol toda esa aura glamorosa- de millones de dólares, modelos, autos deportivos- y nos lo muestra desde la soledad de la cancha de barrio, desde la angustia “a nivel nacional” en las clasificatorias, desde la mirada inocente de los niños, de la visión nostálgica de la vejez, desde la simpleza; pero sobre todo desde la comprensión de que sin importar la gloria o la soledad de los potreros,  el fútbol es solamente un juego ; el más lindo, según  Brera, pero simplemente un juego.

FÚTBOL Y MÁS FÚTBOL

- Por qué elegiste el Maracanazo una historia tan lejana, en distancia y en años, como centro neurálgico de tu libro.

Porque siento una enorme admiración por todo lo que rodea al Maracanazo. Por lo que pasó antes del partido, durante el juego y todo lo que ha pasado desde el pitazo final hasta ahora, con toda la mitología que hay alrededor. Para un fanático del fútbol como yo, creo que es la historia más linda y emotiva de todas las que alguna vez me enteré. Sumemos a eso que quise ir hacia el fondo del asunto y conocer al hombre que provocó el Maracanazo. Y cuando viajé a conocerlo pasaron cosas tan normales y tan extrañas, que esa idea de libro en torno al fútbol que tenía ya hace un tiempo, tuvo un eje central de forma natural. Por lo que significaba para mí el Maracanazo y por lo que significó el viaje a conocer Alcides Ghiggia, debía ser el relato principal.

- En el cuento, dos amigos, viajan a conocer a Alcides Ghiggia a Uruguay. ¿Cuánto de la historia es real y cuánto es pura ficción?

Es una muy difícil pregunta, no podría responderla tan directamente. No por hacerme el interesante, sino más bien por un código que se creó hace como 10 años, cuando publiqué un cuento («Al Pacino estuvo en Malloco») en una revista literaria y todos los que la leyeron me preguntaban si era verdad o mentira. Desde ahí que no me gusta decir si lo que escribo es real o ficción, prefiero que el lector saque sus conclusiones de acuerdo a la forma de la escritura.

- Pese a que hay un par de textos no futboleros, ¿este libro es exclusivo para los fanáticos del deporte o para cualquier lector?

Creo que el libro está orientado a todo tipo de público. El fútbol es una excusa para hablar de situaciones que suceden en el día a día. El fútbol es la matriz, pero como dices tú, en un par de cuentos es sólo una línea o la razón de por qué no se puede hablar más de fútbol en el cuento, como por ejemplo en Historia Sudamericana, en donde uno de los personajes declina de acercarse a una mujer que está en un bar, porque «él sólo sabe de fútbol, y sabiendo de fútbol no le ha ido muy bien con las mujeres». En todo caso, el hecho que se promocione como un libro relacionado con fútbol, hace que un número importante de lectores le cierren la puerta, así que sólo los antifutboleros valientes podrán confirmar lo que digo.

 

- En tu libro los éxitos y la felicidad siempre están muy en el pasado o lejanos, ¿sientes que no se respira demasiada esperanza?

No sé si esa idea de que el éxito esté lejano, hace que haya poca esperanza en el presente. No es una cuestión que me salga premeditadamente. Creo que se da de forma natural, porque trato de ser respetuoso con la integridad de los personajes y con los mundos en que ellos se desenvuelven. Si se cuela esa idea, quizás algo de mí hay en eso, pero no lo hago con esa intención. En fin, ahora que me lo preguntas, pienso que más que haber poca esperanza, me gusta esa idea de que mis personajes sean felices con pequeñas cosas.

-Uno de los aspectos  más interesantes es que tus personajes son tipos comunes y silvestres que se enfrentan a grandes eventos ¿te hace sentido, que de alguna forma,  representas a los que están siempre frente a la cancha y no dentro de ella? 

Coincido, sí, creo que el libro en su totalidad se vincula más al hincha que está viendo el partido desde la galería o la tribuna, que a los futbolistas. Los personajes principales de los cuentos en su mayoría son testigos de algún momento importante del fútbol, que los marcó estando en el estadio o por alguna historia que escucharon. En ese sentido, aparecen muchas cosas que se ven en el hincha, la idolatría, la pasión, la nostalgia, etc. Creo que hay un cuento que resume muy bien lo que me preguntas, que es El tiempo de Zamorano y Salas,  en este relato se cuenta la historia de dos niños que van al estadio en la época peak de estos dos delanteros, y se expone cómo una acción ocurrida entre ambos, los marca como hinchas, y funciona como metáfora del desarrollo de la historia. Esa acción es una defensa que hace Zamorano de Salas en un partido de Chile, cuando un contrario lo está molestando en el área. Es un hecho que no aparece en la transmisión televisiva, sólo lo ven los que están en el estadio, es un privilegio del hincha que va a la cancha. En el cuento pasan los años, pasan los partidos de la selección, pasa la amistad de ambos niños, y el narrador/protagonista no olvida ese gesto. 

- En este mismo sentido, en el prólogo, se enuncia que tus historias “navegan en una atmosfera marcada de sencillez social, muy propia de nuestra cuestionada clase media chilena”, ¿te parece?

Puede ser, sí. Es lo que represento, es el mundo en el que me muevo, en el que nací, algo debe haber de eso. Aunque no sé si es absoluta esa mirada acerca de los cuentos. Máximo Quitral, que es quien es escribió el prólogo, lo interpreta de esa manera, quizás porque me conoce, porque conoce el contexto en el cual han sido creados muchos de los cuentos, con sus personajes, sus búsquedas, el humor, el sufrimiento. A mí me gusta la sencillez, me gustan los personajes sencillos y me gustan las historias austeras. Y también creo que esta es una escritura sencilla, un estilo narrativo que se conecta muy bien con ese público que representa a los personajes de los cuentos.

- En uno de los relatos, dos hinchas- un colocolino y un chuncho- se están peleando por tener entre sus correligionarios a Salvador Allende. Elegantemente, un caballero de edad, relata que estos dos bribones estarían equivocados ya que el ex presidente era ferviente hincha de Everton. ¿Con esta afirmación queda zanjado este debate? 

(Risas) Quién sabe, también está la posibilidad que este señor haya mentido y que por ser fanático de Everton y de Allende, haya dicho lo que dijo. Aunque suena convincente, ¿ o no?

- En el relato “El fotógrafo de Bielsa” te adentras en toda la mitología bielsística, ¿crees que la efervescencia producida por el argentino tiene que ver solamente con sus triunfos al mando de la selección o habla de nosotros como sociedad?

Pienso que ambas cosas tienen que ver con esa fiebre que se dio en el período en que estuvo acá. Los hinchas valoraron sus triunfos, algunos de ellos históricos, pero también valoraron su seriedad extrema y su hermetismo. La gente apreció mucho algunos de sus gestos, que fueron controvertidos, como lo que pasó con la famosa conferencia de prensa en que dijo que no trabajaría con Segovia. Y creo que fueron valorados, porque eran coherentes con toda su forma de entender el fútbol que demostró siempre desde el día 1. Con esa cosa poco empática que tenía con la prensa y por la pasión con la que vivía el fútbol. Se pudo haber equivocado muchas veces, pero se mantuvo siempre fiel a sus principios y a lo que creía. En torno a esto, más de alguien podría leer que el chileno valora a quien es consecuente, aun cuando esté equivocado.

Una de las principales características de tu estilo narrativo, es el uso de un lenguaje coloquial, lleno de expresiones comunes y de chuchadas. ¿Cómo justificas esta decisión?

El uso de garabatos en algunos pasajes del libro, es parte del estilo realista por el cual se mueven los cuentos. Es una prosa muy de calle, muy de micro, de lo que se escucha en situaciones coloquiales, en conversas de gente en confianza. Hay lectores que me han dicho que a veces les molesta un poco, pero si no lo hiciera así, no se integraría en la idea de prosa honesta con el mundo en que se desenvuelven los personajes. En ese sentido, mis cuentos están escritos de una forma muy auditiva, es decir, de cómo se escuchan las frases y diálogos en la vida diaria. Por eso que escribo los garabatos de la forma en que se pronuncian, aun cuando según algún diccionario puedan estar mal escritos. Por ejemplo, escribo «hueón» y no «huevón», así como «hueando» y no «hueviando». Es una cuestión de estilo no más, creo que no interfiere en la trama de los relatos ni en las relaciones de los personajes.

-Subrepticiamente metes referencias “cultas” a historias de fútbol. Pese al cliché, ¿pueden el arte y el fútbol convivir?

Claro, conviven muy bien, sin duda, para bien y para mal. Lo que genera el fútbol para mí, es tan visceral como lo que te puede ocurrir con una película, con un libro, con una fotografía. Todo lo que se desprende del fútbol a nivel de frases, de situaciones del juego, de reglas, son ya parte de la cultura popular, son una metáfora de la vida en todo el mundo. La gente habla todo el tiempo con alusiones futboleras y eso es una gran cosa, creo yo, porque a veces son frases que incluso ocupan quienes no tienen ningún vínculo afectivo con el fútbol y esa contradicción es hermosa. Por otro lado, cuando se fusiona el fútbol con el arte, se obtiene una cuestión que es súper curiosa, porque provoca un desajuste en esa mirada peyorativa que tiene una parte del arte y la intelectualidad con el fútbol, por ser una actividad de masas. Hay otra contradicción ahí. Tienes por un lado a Borges que dice: «El fútbol es popular porque la estupidez es popular«, pero también tienes a Pasolini que dice: «El goleador de un torneo es el mejor poeta del año«. Bellísimas frases de dos intelectuales que entran en conflicto, porque uno lo subestima y el otro le da connotaciones artísticas. Están ahí para la elección. A mí lo que me mata, son esos misterios de la vida que se resuelven a través de ideas futboleras, que podrán ser exageradas, clichés y todo lo que se quiera, pero son cautivadoras. El mejor ejemplo, la hipótesis de la película El secreto de sus ojos, para encontrar al asesino en el estadio en un partido de Racing, en torno a la idea de que el tipo no puede escapar a su pasión. Debe ser la escena más amada y odiada del cine de los últimos años, pero que resuelve de forma magistral la idea de la vida según el fútbol.

  

SÓLO CONTRA LA CORRIENTE

- ¿Por qué en la contratapa te detienes en mencionar que tanto este libro como el anterior, Al Pacino estuvo en Malloco, son publicaciones independientes? 

Porque es el camino escogido en la publicación de mis dos libros y creo que debo dejarlo claro para abrir el campo a la literatura independiente. Para que los lectores sepan que están frente a un libro que no está en las librerías y que tiene una identidad y un sello propio. Nada más que eso. Así como los libros del mercado exhiben orgullosos que pertenecen a una editorial a través de un logo, a mí me gusta apuntar en la contratapa que es un libro independiente.

- Extrañamente en la última página del libro un empresario escribe reconociendo su aporte al texto. ¿Cómo se logra que la empresa privada se ponga? 

Es difícil, hay que explorar las posibilidades, investigando sobre las empresas que hacen este tipo de aportes y lo que piden a cambio. En este caso, busqué e insistí con KLM Factor, que es una empresa de Los Andes, cuyo gerente general, Rodrigo Salazar, ya se había interesado por apoyar una reimpresión de mi libro anterior Al Pacino estuvo en Malloco y que constantemente está apoyando iniciativas deportivas y artísticas. Lo que viene después es encontrar la forma en que se pueda establecer una relación óptima para los dos, en que la empresa respete la integridad del libro y que el libro reconozca el aporte de la empresa, como fue en este caso. Es una búsqueda que no es fácil, pero hay que insistir nomás y tener un proyecto bien armado, para que la contraparte se sienta interesada y valore también el trabajo que está financiando.

* Tomás Soares da Silva, más conocido como Zizinho (Río de Janeiro, Brasil,  09/1921, – Río de Janeiro, Brasil, 02/2002) fue un destacado futbolista brasilero miembro del equipo maldito que perdió la final del Mundial del 50. Esta cita fue extraída del libro El miedo escénico y otras hierbas, del ex futbolista Jorge Valdano, quien trata a  Zizinho de “maestro”.

 

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