Ensayos — 6 enero, 2015 at 4:12 pm

ÁLVARO MENANTEAU: «LA HISTORIA DEL JAZZ VIENE SIENDO LA HISTORIA DE SANTIAGO»

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Entrevista a Álvaro Menanteau, especialista en jazz.

Por Luis Gordo

El jazz surge a fines del siglo XIX en Nueva Orleans, principal puerto del río Misisipi, en Estados Unidos, creado por los africanos llegados a tierras americanas. Ésta música es una fusión de diversos estilos, entre los que destacan los ritmos africanos, europeos e, incluso, centro americanos. Según Duke Ellington gran compositor y director: “Ésta música es el resultado de de nuestro trasplante a tierras americanas, y fue nuestra reacción a las vidas que vivimos en las plantaciones. Lo que no podíamos decir públicamente lo expresábamos a través de la música”.[1]

En Chile, el jazz aparece recién en las primeras décadas del siglo pasado y, tal como pasaba en todo el mundo, llega acompañado de una extraña dicotomía: pese a ser una música que nace totalmente enraizada en el mundo de los “negros” – con la carga de racismo y pobreza asimilada- logró convertirse en uno de los grandes productos de exportación de la tierra del Tío Sam. El auge de la radio, la exportación de los vinilos y, sobre todo, el gran impacto que ésta música tuvo en el cine, lograron convertir a este estilo en uno de los productos más rentables de la emergente sociedad estadounidense. Pero tal como el brillo de los bronces se oxida; la moda de los ritmos frenéticos, el éxito de las big bands y el encanto de las voces melodiosas de los crooners, desapareció casi por completo y otros estilos, como el mambo y el bolero, obligaron al jazz a moverse a otros escenarios menos iluminados.

La condición de paria y el olvido de parte de las grandes masas, obligó al jazz a encerrarse en circuitos más reducidos. La música volvió a sus orígenes- alejados de los contagiosos sonidos que fueron bailados por casi tres décadas- y se volvieron a escuchar inspiradas improvisaciones y ritmos frenéticos. El jazz se fue de los grandes salones a pequeños clubes a los que acudían sólo un determinado y elitista grupo de gente. En 1943 nace en Chile el Club de Jazz de Santiago, que será el precursor de una serie de asociaciones que cuidarán y mantendrán viva la pasión casi secreta de esta música. Pese a que existen algunos recordados clubes fuera de la capital, por ejemplo en Concepción, Valparaiso y Temuco, fue en Santiago donde casi exclusivamente el jazz siguió su vida.

Hay otra serie de factores fundamentales que han configurado el estadio actual en el jazz nacional. El primero tiene que ver con la aparición del bebop y el gran cisma en la década de los sesenta, un proceso de quiebre entre “modernos” y “anticuados” que se dio de igual medida en gran parte del mundo. El segundo punto interesante y que tiene que ver sin duda con la influencia de la consolidación del jazz-rock, iniciado por Miles Davis con su inclasificable Bitches Brew, fue la progresiva mezcla entre jazz y música chilena. Los nombres de Guillermo Rifo, Pablo Lecaros y los hermanos Cuturrufo son fundamentales para ingresar a un escenario que busca mezclar las raíces negras del jazz, las influencias latinoamericanas y algo de ese mundo chileno tan difícil de definir.

Álvaro Menanteau, musicólogo y autor de La Historia del Jazz en Chile, considerada la biblia sobre el tema, conversó largamente con uno de los secuaces de Mediorural e hizo una interesante revisión del pasado, presente y futuro del jazz made in Chile.

 

 

¿Cómo comienza el desarrollo del jazz en chile?

Si nos vamos a la historiografía dura, el jazz en Chile comienza en la década del 20; la palabra jazz llega como sinónimo de la música modernista, no sólo como música de negros, música marginal o música alternativa. Llega como música moderna y por lo tanto música de moda. Fue una música taquillera en los años 20, 30 y hasta, yo diría, mediados de los años 40; en ese lapso de 25 años, el jazz en Chile, así como en el resto del mundo, es música popular.

¿Cómo pasa de ser música de negros a música popular?

Primero se da en Estados Unidos y después lo exportan a través de la industria, de las partituras, del mundo de los discos, del cine y, por supuesto, la radio. Entonces todo el mundo occidental, incluido Chile, se ve invadido por esta modernidad norteamericana. Estados Unidos aprovecha el bajón hegemónico de Europa, que entra en una crisis sucesiva a partir de la primera Guerra Mundial, e instala su propia música de exportación. Pero ojo, como Estados Unidos es un país relativamente joven, no tiene una gran tradición musical entonces, ¿qué hace?, exporta su música masiva, su música bailable, su música popular, no exporta su música de salón. ¿Por qué? Porque no tienen un Stravinski, no tienen un Bach, no tienen un Beethoven. ¿Qué tienen? Marchas militares, tienen Broadway, tienen Hollywood y, finalmente, tienen la música de los negros.

Pero ellos no están orgullosos de los negros ¿por qué exportar su música?

La industria se da cuenta que a los blancos les gusta la música de los negros, entonces forman las orquestas blancas, las llamas dixieland y las exportan. Las primeras orquestas de jazz son orquestas blancas. Entonces, el racismo general de Estados Unidos también se ve reflejado en esa decisión. ¿Qué música vamos a exportar? Deciden exportan el jazz bajo la fórmula de música bailable y cantable. Es la banda sonora de las películas de Hollywood y todas esas cosas. Y así es como llega a Chile: aquí , entonces, ser moderno es bailar fox trot.

¿En qué esfera social se le da más importancia a esta música?

En este caso, la moda está asociada al modo de vida urbano, porque es una música mediatizada; es muy difícil que llegue una orquesta de negros, o de músicos blancos, a Santiago de Chile sin embargo llegan los discos y llegan las películas. Y eso no ocurre en el campo, pero ojo, eso no quiere decir que no ocurra con otros géneros musicales. Pasó, por ejemplo, con el corrido y las rancheras, que llegaron a través de los discos y de la inmigración. Con el jazz no paso eso, en el sentido que el jazz no se folclorizó, como si lo hizo la guaracha, el corrido y la ranchera.

Y por ejemplo en el Norte, en las salitreras, donde había capitales extranjeros, ¿hubo un desarrollo especial?

Digamos que llegaba con mayor facilidad que a Santiago. En el caso de algunos jazzistas que yo entrevisté, por ejemplo a Mickey Mardones, que venía del norte, decía que llegó a los veinte y tantos años a Santiago y se dio cuenta que él sabía más de músicas populares, incluido el jazz, de lo que se sabía en la capital. Entonces hay un momento en que la industria del salitre es poderosa; después es la industria del cobre, los capitales ingleses y después norteamericanos van a tener ahí una presencia. Pero posteriormente se va a centralizar todo en Santiago.

¿Cómo se gestan los clubes de jazz?

Yo diría que a partir de los años 50, ya como que la historia del jazz viene siendo la historia de Santiago. En los años 40 cuando el jazz deja de ser música popular, empieza a ser música de elite. Hay grupos de gente que son los aficionados (arquitectos, abogados, ministros, etc.) que fundan el Club de Jazz en 1943, para escuchar el verdadero jazz, es decir lo que ellos llamaban el Hot jazz. No querían escuchar el jazz melódico de las orquestas, donde no hay improvisación, no quieren escuchar a las orquestas con crooners. Consideran que eso es un jazz pasado de moda y además estéticamente no tiene mucha gracia; para ellos el jazz es el de Louis Armstrong, de Duke Ellington, es decir, un jazz frenético donde hay mucha improvisación.

Esa elite mantiene vivo el jazz y algunos músicos profesionales saben que existen estos clubes y van para allá después de la pega. Y tocan mejor que el aficionado que es médico, y tiene que estar trabajando toda la semana y tiene poco tiempo para estudiar su instrumento el fin de semana. Entonces se va a producir una relación, una simbiosis entre el aficionado que sabe mucho de jazz y toca poco, y el profesional que toca bastante pero que no sabe mucho de teoría.

Entonces en los años 50 llega a Chile el bop, ¿En estados unidos que pasaba?

Allá el bop ya empieza a decaer. Empieza a surgir el cool jazz. Pero el problema es que acá en Chile (y en otros países como Argentina), a diferencia de lo que pasó en Europa, principalmente Francia, se instala el problema de si el bebop es jazz o no. El conflicto de si el jazz moderno tiene la categoría de continuidad histórica, de si es parte de la tradición del jazz o es otra cosa.

 

¿Ese conflicto se da también en Estados Unidos?

En Estados Unidos también se da eso. De hecho, si tú vez la historia de Charlie Parker, él no puede vivir de tocar bebop, tiene que tocar otras cosas. Además, que los negros están cansados de los clichés, su naturaleza se está muriendo: musicalmente están muy aburridos, porque ya se saben todos los temas; hay que tocar algo más interesante, y ese algo más interesante implica un concepto más rupturista.

En el caso de Chile, este cansancio llega con un cierto desfase pero no tanto, con la llegada del jazz moderno, se va a hacer definitivamente elitista, encontrar un disco de bebop va a ser muy difícil. Y los únicos que van a poder traficar esa música son los tipos con plata que van al extranjero o que se lo encargan a algún amigo, ya que lo que se publica acá es muy poco.

Por eso, tal vez, el jazz ahora no es algo que se escuche en las radios.

Claro está muy abajo en las estadísticas. Si las radios hacen una encuesta a los auditores y el 2% de la gente se reconoce como personas que escuchan jazz o que les gustaría escuchar más jazz. Desde los años 40 el jazz siempre va a estar marcado por esta cosa de la elite. Y ahí se va a producir una suerte de trinchera, aquí estamos nosotros.

¿Cómo las provincias comienzan a tomar parte del desarrollo del jazz?

Históricamente los clubes de jazz surgen como instituciones en Santiago. Pero, por ejemplo el Club de Santiago, es replicado rápidamente por Concepción. Y se produce una cosa bien interesante porque Concepción tiene una personalidad muy fuerte: los penquistas son muy orgullosos, como una ciudad culta, una ciudad universitaria y una ciudad que muchas veces marcó la frontera de la civilización. Entonces, en el club de Concepción surge por ahí por el año 44 a muy poco andar del de Santiago copiándole, pero con una gran diferencia, se instaló inmediatamente en los círculos universitarios. Incluso, la Universidad les dio un teatro, unas sillas vacías, unas butacas que estaban dadas de baja y entonces ellos armaron un teatro.

Entonces, Concepción fue un eje importante porque descentralizó el jazz y ahí se hicieron cosas relevantes como los primeros festivales, el primer Congreso Chileno de Jazz y el primer Festival Nacional e Internacional. Eso sí, duró poco, hasta el año 65, pero es importante notar que en esos años, fue intensa la actividad y después decayó, murió de muerte natural

Otros clubes activos fueron los de Valparaíso, Viña, el de Coquimbo y, también, en Temuco, pero son experiencias que no duran mucho. Yo creo que el de Coquimbo podría ser el más perfilado de los últimos años, ahí están los Cuturrufo y hay una idea también como de provincia; los Cuturrufo siempre hacen valer su origen diaguita, y son gestores culturales.

¿Y el jazz hoy sigue desarrollándose? ¿Para donde va?

Yo creo que sí, lo que pasa es que estamos en una época en que toda la música en general, se está expandiendo; la frontera del tipo que iba a la opera en 1920, el tipo que iba a bailar o el tipo que le gustaba escuchar música folclórica, eran fronteras muy precisas. Eso se empezó a permear con el paso de los años, y en la actualidad esas fronteras tienen intersticios por donde pasa información. Si a eso le agregas internet, las descargas, la crisis mundial del soporte físico y de los sellos; entonces el jazz se encuentra en Chile en la misma posición en la que se podría encontrar el rock o la música de raíz folclórica.


[1] Fragmento del texto del álbum de Duke Ellington The Blanton Webster Band (Bluebird, 1940-2)

 

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