Entrevistas, Portada — 21 enero, 2015 at 4:07 pm

Juan Román: «Está la posibilidad de convivir con el territorio, de lograr que las ciudades crezcan de manera armónica»

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Con la excusa de encontrar una idea que representara a la Universidad de Talca de cara al Bicentenario, el arquitecto Juan Román (Valparaíso, 1955), creó el concepto de CiudadValleCentral (CVC), que pretendía crear una gran ciudad que uniera a toda la zona central de Chile, hecha a escala humana y que disminuyera la dependencia de Santiago. La propuesta se basaba en dos conceptos: el primero, que gracias a la carretera 5 sur y al tren Santiago Chillán 250 minutos (que a la larga nunca se hizo), se podría recorrer este territorio, de punta a rabo, en menos de tres horas; y, en segundo lugar, cada una de las diez principales ciudades del Valle Central se convertiría en un “centro de servicios específico”.

Juan Román explica, “lo nuevo del proyecto, era dejar de ver a las ciudades por separado, sino que ver un solo elemento”. La idea era ubicar algunos servicios específicos en cada ciudad para poder lograr cierto acople funcional entre ellas. Por ejemplo, si en Talca se decidía instalar las universidades; en Curicó no habría centro de estudios superiores, pero podrían estar emplazados los centros culturales; en San Fernando los hospitales y así sucesivamente, hasta lograr un entramado que permitiera a los habitantes acudir a servicios de primer nivel con la certeza de que a través de la carretera o en el tren, estaría en ellos en un tiempo prudente.

La idea, concebida en la Escuela de Arquitectura y con la ayuda del reconocido arquitecto holandés Winy Mass, tuvo su debut en sociedad en diciembre del 2003, en el Museo de Bellas Artes. CVC fue durante años fue motivo de debates, charlas, libros y seminarios, hasta que silenciosamente fue desapareciendo de escena. A más de una década de la génesis de este proyecto, Medio Rural conversó con Juan Román el hombre detrás de la otrora potente idea de CVC.

 

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Parece que hay dos grandes proyectos distintos: por un lado, la idea a nivel país y, por el otro, la opción que han tomado ustedes como carrera que tiene que ver con posicionar su Escuela en el  soporte asociado del Valle Central. ¿Cómo se hace para que la idea más local llegue a la nacional?

Para que CVC funcionara requería apoyo político, y quizás fue algo que no vimos en su momento, aunque intentamos muchas cosas, libros, charlas y seminarios, no pasó nada; quizás a los políticos no les interesó. Actualmente ese proyecto, como existía, ya no puede ser porque estaba fundado en el tren Santiago-Chillán 250 minutos y hoy no existe; la carretera, que estuvo bien en algún momento, ahora está saturada, no tiene esa conectividad regeneradora que se esperaba. En ese momento, al requerir el apoyo político y no contar con él, viene la idea de hacerlo nosotros, con las uñas, con lo que hay, entre nosotros: la Escuela, la Universidad, muchas ganas de hacerlas cosas y unos alumnos extraordinarios.

Frente a esto, se comienza a gestionar esta otra cosa que viene desde abajo: en los proyectos de título, los alumnos que están en terreno sin nada. Ha habido historias conmovedoras, por ejemplo, la de “el chico de las manzanas”, como lo llamaban, que fue a hacer su título muy cerca de donde vivía. Él había trabajado siempre en la recolección de manzanas, para pagarse la carrera, entonces cuando va a la Municipalidad, habla con los vecinos, y propone su proyecto de titulación, nadie lo toma en consideración, porque cómo “el chico de las manzanas” va a ser arquitecto, es ridículo. Entonces no le dan nada. Él, en cambio, empezó a trabajar solo. Partió limpiando, se consiguió algunos ladrillos, solo, en la soledad absoluta, y, poco a poco, la gente comenzó a ayudarlo; el Alcalde puso algunos recursos y finalmente pudo salir adelante.

Entonces son como los dos extremos: la CVC, una idea de nivel país, que debiese interesarle al poder y la de nuestras titulaciones. Entonces partimos desde abajo hacia arriba con lo que hay.

En el discurso inaugural de la Exposición de CVC, en el Bellas Artes en el 2003, decías que Ciudad Valle Central es sólo una idea. A más de 10 años, ¿sigue siendo solo una idea? ¿Cómo ha evolucionado la visión en este período?

CVC se refería a una ciudad, a un espacio habitable, con condiciones urbanas en términos de servicios, de accesibilidad a salud, a cultura, etc. Entonces, en esos términos, yo lo que quería decir era que sólo era una idea y no un proyecto (éstos, tienen plazos y costos asociados). Yo creo que más que idea, era una posibilidad.

Por ejemplo, cuando conocí Barcelona yo dije “este es un Valparaíso que resultó”, porque Valparaíso no resultó; los turistas creen que van a una favela, es de lo peor, todo pintarrajeado, entonces me parece que los territorios tienen posibilidades. En ese sentido, creo que CVC requería la voluntad política, creo que fue una buena idea a futuro. Viéndolo con la distancia, sigue teniendo lógica, es posible que con el tema del empoderamiento de las regiones, la valoración que hoy solicitan las regiones, por ese lado podría resultar.

Una de las cosas más interesantes, era eso de “transformar en territorio a la ciudad”, podrías explicarnos en qué consiste esta propuesta.

Si tú miras la calidad de Talca, por ejemplo, puede andar bien en algunas cosas, como los servicios, pero no en términos de cómo se vive en la ciudad. Está muy contaminada, sin vistas, y si eso lo comparas con cómo viven los campesinos, que tienen unos predios mayores, tienen contacto con la naturaleza que los rodea, tienen la capacidad de autoabastecerse en algunos aspectos, te das cuenta que ellos pueden levar una vida bastante más “entera”. Entonces, las ciudades van creciendo, como manchas, generando periferias por todos lados, y se pierde la capacidad de generar un borde en el que la ciudad creciera como dientes, y el territorio, al mismo tiempo, también penetrase. La urbe no se come a lo rural, sino que coexisten. Nuestras ciudades están mal, la calidad de vida no está bien.

¿No te parece que al proponer esta macro ciudad, por llamarlo de alguna manera, las personas, los creadores de esta vida vernácula, pasan a ser parte de una masa, números, y se pierde la originalidad que las hizo únicas?

Cuando se pensaba en el concepto de CVC, se pensaba en una ciudad y no, la cosa es que siguen siendo las mismas ciudades y se establece una relación de complemento entre ellas. En el modelo de desarrollo actual, si te da un derrame cerebral, pronto vas a terminar en Santiago y, probablemente, en el tiempo que te demores en llegar vas a quedar con serios daños o, directamente, te mueras. Es comprensible que, como somos un país pobre, no tengamos hospitales de primer nivel en todas las ciudades, entonces, siguiendo esta idea, si Talca se ha convertido en una ciudad universitaria, para qué, entonces, en Curicó o Linares vamos a hacer grandes inversiones en infraestructura educacional cuando en Talca ya está disponible. Ahora, si en Talca dejamos la educación, por ejemplo si tengo un problema de salud grave, voy en la ambulancia a Curicó o a San Fernando. Está la posibilidad de convivir con el territorio de lograr que las ciudades no crezcan como manchas sino que de manera armónica, como un ramal.

El arquitecto José Luis Uribe propone  que gran parte del fundamento del trabajo realizado por la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca, proviene de lo que él llama “contemporización de lo vernáculo”. ¿Podrías explicarnos dicha tesis?

Ya en el comienzo de la Escuela hubo un trabajo bien importante de valorar mucho las construcciones campesinas. Me acuerdo, por ejemplo, que con el fotógrafo Héctor Labarca salíamos a sacar fotos de las chancheras; y nos impresionaba como se construía y se construye con las cosas que van encontrando: un neumático, una lata y con eso van apilando y armando sus construcciones. Entonces, este ejercicio de volver la mirada, fue derivando en la Escuela en un lenguaje proyectual. El hecho de haberse detenido en estas construcciones campesinas, en las huellas que deja el tiempo en el adobe o en el ingenio para llevar adelante cursos de agua, dan lugar a un lenguaje campesino que tiene mucho valor. Yo creo que a lo que se refiere José Luis, es al intento de colocar este lenguaje en un contexto contemporáneo y global.

 

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