Entrevistas, Portada — 1 septiembre, 2016 at 9:58 am

«Los Estados que nos han colonizado ejercen su colonización antes que todo en las palabras»

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Elicura Chiuailaf:

“LOS ESTADOS QUE NOS HAN COLONIZADO EJERCEN SU COLONIZACIÓN ANTES QUE TODO EN LAS PALABRAS”

por José Tomás Labarthe

Elicura, amigo, este número de la revista Medio Rural es un número “contra Santiago”, versus la capital. La odiosidad no es el eje, sino el diálogo, la contraparte. En esa relación conflictiva, problemática, pienso de inmediato en ti y en tu rol de poeta de tu comunidad, ejerciendo siempre tu palabra, tu oralitura, frente a los no mapuches, frente al chileno.

¿Cómo es, en ese sentido, esa relación de estar “contra” Chile o, mejor dicho, que Chile esté “contra” el pueblo mapuche?

Es una relación profundamente problemática porque hasta ahora –más allá de la denominada “Pacificación de la Araucanía” (la invasión de nuestro territorio por el ejército del Estado)– Chile no ha asumido su identidad, su hermosa morenidad. Y me refiero al Chile profundo, al denominado “pueblo” chileno, que intenta descolonizarse también e intenta responder a nuestra búsqueda de diálogo.Digo esto porque me parece que hay dos chilenidades. Si tomamos en cuenta además la “historia oficial”de este país podemos constatar que existe la chilenidad huérfana –sin padres ni madres de la “patria”– y profunda, mezclada con nuestros pueblos, y desde cuya legitimidad han surgido adelantadas y adelantados como Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Pablo de Rokha, Violeta Parra, Víctor Jara, etcétera. La otra es la chilenidad del poder: superficial y globalizada (enajenada), sólo con padres de la “patria”, esos que avasallaron a nuestra legitimidad e instalaron la blanquizadora “legalidad” del Estado cuya presentación desde su centenario señala que: “Los indígenas de Chile eran pues escasos, salvo en la región sur del valle longitudinal, esto es, en lo que después se llamó Araucanía. Por otra parte, las condiciones del clima muy favorables al desarrollo y prosperidad de la raza blanca, hizo innecesaria la importación de negros durante el período colonial… A estas circunstancias debe Chile su admirable homogeneidad bajo el aspecto de la raza. La blanca o caucásica predomina casi en absoluto, y solo el antropólogo de profesión puede discernir los vestigios de la sangre aborigen, en las más bajas capas del pueblo”. Reitero, aunque está claro que ha avanzado, veo a la chilenidad profunda con una tarea –en varios aspectos– aún pendiente: asumir su identidad, su hermosa morenidad. Amar las vertientes y los ríos que fluyen bajo la muralla que esos otros chilenos instalaron con ladrillos que son los conceptos unívocos respecto de lo que es el progreso / el desarrollo (“contra” la naturaleza y no “con” la naturaleza), la salud, la educación, la legalidad. Me parece que nuestra tarea común y urgente hoy es derribar esa muralla para habitar por fin en un Chile de Regiones Autónomas donde florezca el maravilloso jardín de la diversidad.

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En la apertura de tu ensayo “Recado confidencial” haces una distinción entre la gente no mapuche (pukamollfvñche) y toda tu gente (kompu che). ¿Esa diferencia va más allá de la palabra, cierto? ¿Cuál es su verdadero sentido, su significado?

Los imperialismos y los Estados que nos han colonizado ejercen su colonización antes que todo en las palabras. Me parece que nosotros tenemos que resistir también desde la profundidad de ellas y descolonizarnos desempolvándolas, recuperando el territorio de sus significados, pues las palabras –que habitan antes en el silencio y luego en la gestualidad– permanecen siempre prístinas en su forma, su color, su aroma, su textura.Mira, para graficar lo que afirmo, antes fue el imperialismo español y hoy el imperialismo estadounidense (al que, como sabemos, se adscribe el Estado chileno) quien obnubiló algunas palabras con el fin de justificar su avance colonizador. Así, se definió como “norteamericano” y se adueño de Norteamérica, luego como “americano” y entonces entró por todo el territorio de nuestro continente, derribando e instalando gobiernos y usurpando las riquezas.

 

¿Hay alguna resistencia que ejerzan ustedes en el ámbito de las palabras?

Hasta hoy nuestra gente utiliza la palabra winka / “usurpador” para referirse a los poderosos del Chile superficial y enajenado, dueños del Estado. Entonces, para delimitar con claridad el significado de esa palabra, para evitar su intencionada equivalencia a todas las chilenidades, propuse –para contribuir al diálogo que siempre hemos buscado– recordar la palabra kamollfvñche que significa “no mapuche”, persona que puede ser o no amiga nuestra pero que no ha sido –ni es–winka (usurpadora).

 

Varias preguntas relacionadas: tú vives en el campo, ¿qué te provoca viajar a Santiago, a la capital de Chile? ¿Qué te provoca viajar a Temuco, la capital de la Araucanía? ¿Cómo ves el estado de vida en esas ciudades en oposición a la vida rural, campesina?

Temuco es un Santiago chico. Como la dualidad está en el universo y por ello en la Tierra y en cada uno de nosotros, me parece que las ciudades tienen aspectos positivos hoy opacados o reducidos por sus aspectos negativos como la contaminación y el estrés o estrechamiento (como se dice en el campo) que –desde luego– es mayor mientras más crece la ciudad. Mi posición frente a la realidad de lo citadino y lo rural la he expresado en algunos poemas como éste que es parte de mi libro Ruegos y nubes en el Azul:

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ENTRE LAS NUBES

De pie ante la ventana

del edificio de este atardecer

he gozado de los arreboles

Mas ahora contemplo la nube siniestra de la polución

Cómo desdeña a sus hijas, a sus hijos, me digo

el ser humano en la ciudad

 

Bebo un último vaso, el agua de la vida

Y me lanzo a recoger vertiginoso alguna estrella

que, no dudo (pues la oigo)

está creciendo y brillará

desde la amorosa constelación de tus Sueños

 

 ¿La Pacificación de la Araucanía sigue vigente? ¿Tras los españoles, y luego el Estado Chileno, tiene hoy otro rostro?

Por obra de la galopante desigualdad neoliberalista (el libertinaje del mercado político-económico), campo y ciudad viven bajo la violencia cotidiana ejercida por los continuadores de la “Pacificación de la Araucanía” y de la “Pacificación de Chile”. Empresas forestales, hidroeléctricas, mineras, pesqueras; empresas de la salud, de la educación, de la vivienda, de la legalidad, de la (des)información, que –avaladas por el Estado– han creado y sostienen lo que ellos llaman el “problema” mapuche, el “problema” estudiantil, el “problema” de las redes sociales, etcétera.

 

La poesía mapuche, tu poesía, está muy ligada a la tierra, a la naturaleza. ¿Existe aún esa forma de vida o es una rememoración romántica de tu niñez, de formas de ser antiguas, extintas? Te lo pregunto pues hoy los campos se encuentran sumamente intervenidos por el hombre, las máquinas, los químicos, la erosión, la devastación. En ocasiones da la impresión que la vida en armonía con el campo ya sólo tiene espacio en la poesía…

La palabra nos la regala –con toda ternura– la Naturaleza, nuestra MapuÑuke /Madre Tierra, dicen nuestras Ancianas / nuestros Ancianos. Es cierto Tomás, mi poesía es sobre todo memoria de mi infancia que transcurrió en la comunidad de Kechurewe, lugar al que regresé definitivamente hace ya una década. Pero también memoria de un pequeño pueblo –Cunco– en el que vivimos con mis padres. Allí habitamos una casa de madera rodeada de flores, de árboles frutales, de aves (gallinas y patos), y de una inmensa huerta.


¿Es también memoria de tus lugares de estudio: el Liceo de Temuco y la Universidad de Concepción?

Sí, es también memoria de mis años de estudiante interno en el Liceo de Temuco cuyo patio colinda con el cerro Ñielol; a sus bosques accedíamos en las horas libres. Es también memoria del campus de la Universidad de Concepción, donde viví y estudié; un amplio lugar con prados, árboles, flores, pájaros, pudúes y una laguna con cisnes y patos. Desde esos espacios rurales escuchaba a veces los sonidos de la ciudad.Todas las culturas sufren transformaciones porque son seres vivos que acogen elementos –que consideran positivos- de otras culturas y los armonizan o intentan armonizarlos con su manera de ser (su visión de mundo). Me parece que en nuestras comunidades aún se vive en mucha armonía con la naturaleza, salvo –claro– en aquellas agredidas más ferozmente por la ambición del neocapitalismo forestal que es el más evidente, pues implica dramática disminución o desaparición de las fuentes de agua, de flores y hierbas medicinales, de insectos, de animalitos, de pájaros, y la terrible erosión.


Permitámonos soñar un Chile distinto, con un estado que reconozca nuestra multiculturalidad, en la cual la cultura mapuche tenga una posición de privilegio en nuestra forma de reconocer y reconocernos en el mundo. Un país con dos idiomas, el español y el mapudungun. Un país con varias cosmogonías. ¿Cómo sería ese país? ¿La capital estaría ubicada entre el río BíoBío y el Toltén?

Sería –sin duda– un país maravilloso. Nuestros idiomas dialogando con el castellano, haciendo más rico el conocimiento de nuestros niños y niñas, en la plenitud de la diversidad. El maravilloso jardín del mundo expresando todos sus colores. Asumiendo todos que cuando una flor / una cultura se marchita o desaparece todos perdemos. Me parece que cualquier pueblo –o ciudad incluso– podría ser el centro coordinador / la mesa de diálogo de nuestras autonomías.

 

EL TIEMPO QUE SUEÑA. QUE SOÑAMOS. QUE NOS SUEÑA

La Palabra surge de la Naturaleza

y retorna al inconmensurable Azul

desde donde nos alegra y nos consuela

Cuando la Palabra cree / imagina

interrogarse

no es sino lo innombrado que la interroga

para sacudirla

para desempolvarla, para intentar

devolverle su brillo original

¿Para qué entonces el deseo

de decirlo todo

si, como en un tejido, el Ahora

–en el tiempo circular–

existe y se completa

con las hebras del ayer y del mañana?

 

Así nos dice el tiempo que sueña

que nos sueña. Que soñamos.

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Recado confidencial a los chilenos es de 1999, antes del cambio de siglo. Han pasado ya 16 años, ha corrido harta agua, agua que se ha ensuciado mucho últimamente, con el conflicto mapuche muy vigente. ¿Podrías actualizarnos un poco este recado?

Algo ha cambiado en Chile, me digo; algo ha cambiado en el trato del Estado chileno hacia nuestro pueblo, mas ¿qué ha cambiado? Es el Estado quien generó el denominado conflicto y resguarda a los poderosos que lo sostienen. Pienso en mis hijas y en mis hijos, pienso en mis antepasados muertos. Me dicen: no, no somos solos; no estamos solos. Hoy día, ante la amenaza de la anulación y de la destrucción, en el espíritu y el corazón de la humanidad (de Chile por lo tanto) silenciosamente germina y se construye algo que responde a las leyes de la lenta reconstitución de las hebras del más antiguo tejido universal, me sigo diciendo.Un tejido en el que están todos los seres vivos, y aquellos aparentemente inanimados, que nacen, mueren y se transforman, sostenidos por la memoria de su almidad, su identidad que le recuerda su función en el ecosistema de la Tierra y del Universo cuya energía le regala entonces –con ternura infinita–sus Pewma, sus Sueños. Mi Recado… es una conversación dirigida en primer lugar a los chilenos y chilenas, pero también a los habitantes de nuestro continente y a toda la humanidad. En la realidad, como vemos, la violencia y la devastación de la naturaleza es lo cotidiano. En Chile, entre 1997 y 2016 varios de nuestros hermanos fueron asesinados (asesinatos que han quedado en la impunidad); ha aumentado la cantidad de presos políticos mapuche; se ha multiplicado la intervención y contaminación y amenaza a los ríos y lagos (hidroeléctricas y salmoneras) y la desaparición de los bosques nativos y su reemplazo por monocultivos de eucaliptos y pinos que secan las napas que verdecían nuestro territorio. Etcétera. La pregunta de mi Recado Confidencial sigue siendo: ¿qué ha cambiado en Chile?

 

Puedes comentarnos más acerca de tu siguiente poema:

… “Podría ser inmensamente feliz

me digo

Pero cómo, si tú –lejana– estás

llorando?”

Me parece que todos buscamos la felicidad –esa luz misteriosa­– en el amor con alguien. Pero me pregunto: ¿qué busca la luz que vaga en el universo finito o infinito? Cuando nace una nueva estrella se extingue otra que nos iluminó la oscuridad de otro tiempo. Cuando eso sucede, antes de morir –se dice– nos envía, como una lágrima, su último destello.

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¿La poesía, contra qué o quién conversa?

La palabra poética vive en todos, está en todas partes. Es la llave que nadie ha perdido y que, como se ha dicho, nos permite abrir puertas que nos comunican con todo el mundo. Su objetivo primordial es –me parece– dialogar; instalarse como una conversación entre nuestro espíritu y nuestro corazón. En la cultura mapuche, nuestras mayores / nuestros mayores dicen que la palabra poética es en nuestro espíritu el agua que hay que hacer fluir para que vaya pulimentando poco a poco esa dura piedra que es nuestro corazón, hasta hacerla –ojalá– transparente. Por eso la poesía también denuncia, también enrostra.

 

¿Para terminar, serías tan amable de hablarnos más de esa Casa Azul en que naciste? Es esa una metáfora muy potente, hoy, en este mundo contaminado, opaco, incoloro.

Pero para mí no es exactamente una metáfora sino más bien una descripción del lugar en que nací y crecí. La casa que habito. Mi tuwvn/ espacio físico, mi kvpan / linaje / y kvpalme / comunidad. Las ramas que conforman lo que hoy se conoce como el árbol de la identidad o almidad: territorio, historia, idioma, visión de mundo (la manera de ser). Aunque tienes razón Tomás, si pienso que el color de la Casa Azul se debe a que mis padres tenían siempre muy presente nuestro Kallfvepew, el relato del origen del espíritu mapuche, que dice que venimos desde Azul del oriente, desde donde se levanta el Sol. Azul es entonces la energía que habita la casa transitoria que es nuestro cuerpo que en su finitud se vuelve agua, aire, fuego, verdor cuando su energía completa el círculo de la vida (que es siempre breve) regresando al infinito, el lugar desde donde vino: el azul.


LA BELLEZA, ESE TRANSITORIO TEMBLOR

En lo visible, Wenuleufv el Río del Cielo

que nos mira y es observado por nosotros

sombras apenas, fugaces

embelesándonos en nuestra verdadera

condición: la Luz

Y en lo invisible, el Balsero de la muerte

aguardando –para cumplir su oficio-

nuestros tristes cantos de separación

Itro fil Mogen dice nuestra gente:

la totalidad sin exclusión, la integridad

sin fragmentación de todo lo viviente

La belleza del vivir, de la vida

La belleza que está en todo, en todas partes

y que podemos celebrar en cada instante

si despertamos todos nuestros sentidos

para apreciarla

para disfrutar de sus colores

(que nos recuerdan también el dolor)

sus texturas, sus aromas, sus sabores

dicen nuestras Ancianas, nuestros Ancianos

La Belleza, ese transitorio temblor

que interrumpe el diálogo entre nuestro

espíritu y nuestro corazón

para convertirlo luego en coros sublimes

que dan sentido a nuestro breve transitar

por la Tierra.

 

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