El Mito — 24 diciembre, 2014 at 2:08 pm

EL MUNDO VISTO DESDE ARRIBA

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Por Juan Guillermo Monsalve

Hace un tiempo, en verano,  subí al Enladri­llado -particular meseta de forma­ción rocosa ubicada en la Reserva Nacional Altos de Lircay , al oriente de la ciudad de Talca- con el objeto de grabar un documental sobre ovnis, avistamientos extraterrestres y cultura UFO. Aparte de la justificación del film, desde hace un tiempo que tenía ganas de acer­carme a una experiencia misteriosa: lograr ver una luz o una nave cerca de nosotros y tener uno de esos mo­mentos que nos cambian la forma de mirar el mundo. Había escuchado historias y relatos sobre experiencias magníficas en la montaña. Y quería saber que sucedía realmente ahí.

El primer día de grabación recorri­mos con el equipo la zona de San Clemente y del lago Colbún, para recoger testimonios y conocer casos de apariciones. Para creer en algo fuera de lo común o te sucede por casualidad o investigas hasta que te acercas al misterio; debes estar abierto de mente y confiar en que hay cosas que se escapan a nuestros paradigmas de lo que es la realidad. San Clemente es un caso único dentro de la ruta ovni del mundo ya que se hace turismo con los objetos voladores. Las personas que trabajan en la municipalidad saben mucho del tema y tienen relación con los ufólogos más importantes de Chile. Incluso, Sixto Paz, gurú del tema y fundador de Rahma ha estado ahí difundiendo sus conocimientos -Misión Rahma es el puente que se encarga de transmitir al mundo el conocimiento que el planeta tierra debe recibir de los extraterrestres para evolucionar hacia un desarrollo en todo ámbito; para los visitantes es­paciales lo científico va de la mano con lo espiritual: No existe la ciencia sin el espíritu, ni el intelecto sin una verdadera conciencia-.

Los protagonistas del documental eran dos jóvenes que debían inves­tigar y descubrir qué había de real y qué podía ser parte de un truco. Se dio la interesante coincidencia de que el muchacho, un dramaturgo santiaguino, no creía en nada y que la actriz sí, pues había visto “curiosas luces una vez en la infancia”. El día del ascenso a la montaña se nos unió un amigo de Talca, quien formó parte de misión Rahma en Chile y quien dice haber tenido vínculos telepáticos con extraterrestres, quie­nes fueron sus consejeros y amigos mientras él estudiaba en Chillán en los ochenta. Los nombres, esta vez, quedaran en el silencio porque en este tema a nadie le gusta sobreex­ponerse, todos temen quedar como locos o mentirosos.

 Me sorprendí inmediatamente del En­ladrillado, pese a que me gusta tanto la naturaleza y siendo talquino, jamás había visitado el lugar, sólo ahora cuando me encontraba buscando ovnis lo estaba haciendo. Es un lugar que parece del espacio, es una extraña formación geológica, y las hipótesis respecto a su creación son varias: que fue conformada por la naturaleza, que fue la construcción de una antigua civilización o que fue creada por extraterrestres. Soy de la idea que es una formación natural pero, al mismo tiempo, creo que se trata de un lugar escogido, donde la energía del visitante se transforma, donde en el cielo se confunden los aviones con los satélites, los satélites con naves y las naves con estrellas. El cielo que observamos desde el Enladrillado es único.

El desenlace de la aventura comen­zó cuando mi amigo “contactado” por extraterrestres se esfumó y se fue solo con la linterna de su sombrero a caminar hacia el otro extremo del Enladrillado. Decidí seguirlo y nos pusimos a conversar tranquilamente sobre una estrella que variaba de color, pero que no cambiaba de di­rección en relación con las otras. Mi amigo comenzó a meditar, a mover los pies y las manos, a decir “yapo, aparezcan”. Yo busco los misterios, pero soy alguien muy racional e intento ser objetivo, pasé de la curio­sidad a la emoción expectante. De

pronto mi amigo dijo nada más que “a las once”. Entonces llegó la actriz protagonista del documental y se instaló junto a nosotros a mirar el cie­lo. Dieron las once con seis minutos y dos estrellas comenzaron a bailar, a girar mientras nosotros las seguíamos con nuestras manos apuntando al cielo. Se cruzaban entre ellas, una subía y otra bajaba, intercambiaban de posición, se movían realmente.

Mi amigo, el “contactado”, giró en 180 grados y nos dejó a nosotros dos solos tener la experiencia, como si fuese nuestro derecho por ser prin­cipiantes. Se movieron un rato hasta quedarse quietas y desaparecer. Nos quedamos callados, no teníamos más que decir o hacer. La realidad y nuestra conciencia de lo real habían cambiado. Después con todo el grupo, tomando una cerveza, lo volví a conversar con ella y le dije que ya mañana no creería en lo que vio. Pensaba que sería así, pues a pesar de las vivencias es difícil creer en lo desconocido, nuestra formación cul­tural así lo indica. Ella me respondió que no sería así.

Yo me acerqué al fenómeno ovni por historias que escuché desde mi infancia: un familiar que caminaba junto a tres amigos fue rodeado por ovnis pequeños en el Salto del Laja, los llamados Xendras, (naves de reconocimiento).

Hoy gracias a Internet información valiosa da vueltas rapidísimo por el mundo, pero no vamos a creer en otras formas de vida inteligentes has­ta que salga en el New York Times. Es fundamental que comprendamos que la exopolítica no es un invento insustancial, si no que una forma de ejercer el derecho que tenemos de estar preparados para un nuevo cambio, que gracias a los nuevos flujos de información sobre el espacio y los misterios, y a los múltiples casos registrados en video, es imposible de desmentir.

A todos nos surge la pregunta acer­ca de otras formas de vida cuando observamos el cielo, en los sitios donde se abre esa curiosidad por la trascendencia y el imposible. En Chile está lleno de zonas especiales, don­de se practican vigilias ufológicas y se espera el contacto lo que muchas veces ha sucedido. La otra opción es que cientos de personas sean mitó­manas, y que sólo inventen historias por figurar. Sinceramente, creo que los investigadores de OVNIS están en lo correcto al continuar siempre con su búsqueda, pienso que son perso­nas preocupadas y curiosas por el porvenir de nuestra realidad, los veo como investigadores en la búsqueda de muchas de las respuestas más profundas en relación con nuestra naturaleza y todo lo que nos rodea.

 

 

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