Destacados, Editorial — 6 junio, 2017 at 2:21 am

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El escritor cubano Guillermo Cabrera Infante creía que su novela Tres Tristes Tigres debía llevar una banda en su portada que dijese que: Debe leerse de noche, y con precaución, porque el libro es una celebración del crepúsculo tropical. Lejanos a la tibieza sabrosa del malecón, del son latino y africano, del ron que beben como si fuera sangre los vampiros de la Habana y de las mulatas morenas como la noche, proponemos nuestro Trópico del Maule, una versión tan caliente como la isleña pero anclada en el corazón del Valle Central chileno. Nuestra celebración del ocaso maulino es diametralmente distinta a la cubana: la música es opaca;las temperaturas pasan de un frío que pela los huesos al calor inaguantable del verano; el tinto de diario se cambia por el pisco –que no deja pensar– de las farras, donde se queman hasta los últimos cartuchos, y la calentura se cocina a fuego fuerte en las estrechas calles del Maule arcaico.

Partimos nuestro recorrido libidinoso con una crónica de la gran Claudia Donoso, que nos relata la vida de los travestis de La Sota talquina durante los ochenta. Un texto tremendo que narra la vida entre sombras de los travestis, tinieblas producidas por el miedo a la dictadura y al desprecio social; una mirada desde adentro, desde las piezas mismas de las chiquillas, que se ve quebrada por el fantasma del terremoto, esa marca que persigue a todos los chilenos, en palabras de Edwards Bello. Descendemos con Carmen Berenguer que reflexiona en torno a la figura de la Mistral, “la gran sabia, la vieja sabia”, y del cuerpo femenino en la literatura nacional. Desnudamos los motivos por los que la música negra, esas “danzas lascivas traídas de África” según Vicuña Mackenna, nunca penetraron en nuestras costumbres dancísticas, dejándonos con esas cumbias, y cuecas, tan ordenadas y previsibles.

Nos desprendemos hasta enfrentamos, por partida doble, con el escritor Germán Marín, el mejor escritor chileno vivo según Roberto Merino. Primero describe con su precisión característica y su humor ácido la escultura El obispo Las Casas alimentado por una india mexicana. Después tenemos una larga conversación, donde recuerda su vida,su tango con Ava Gardner y el valor terapéutico de la escritura. Seguimos nuestro camino palabreándonos con don Ruperto de Nola, el gran cronista de comidas, que repudia la comida sofisticada, en especial el sushi, “comida para focas”, y reivindica la comida clásica chilena, la de las viejas cocinerías de pueblo. Descubrimos a Guido Lebret, “el cura de las putas”, notable religioso que rescataba a las mujeres de la mala vida y las cuidaba. Luego, bajamos a enfrentarnos con Claudio Bertoni, poeta calentón y sufrido, maestro del verso libidinoso y hombre de ojo afilado para captar la silueta femenina. Acabamos, ya, directamente incorrectos, con un relato de Claudio Maldonado, que se inserta en el campo y uno de sus vicios más oscuros y prohibidos. Por último, en este descenso por la noche y los pecados maulinos, Mario Verdugo se aventura e intenta describir los últimos cien años de literatura talquina a través dos novelas: El tapete verde del doctor Hederra Concha y Los tormentosos últimos días de un irreverente, de Óscar Bustamante, un texto potente que demuestra todas las vicisitudes que se viven en nuestra Villaviciosa.

Tres Tristes Tristes, la novela cubana, empieza con un animador sobre el escenario del lujoso Tropicana, the most fabulous night-club in the WORLD; en cambio nuestra versión del noveno número de Medio Rural, es presentado por un cafiche sudado y gordo en un prostíbulo de mala muerte de La Sota talquina, hoy destruida por el terremoto, pero las palabras son las mismas, y declamadas con la misma invitación al desenfreno:

“El Trópico para ustedes queridos compatriotas.

¡Arriba el telón! … Curtains up!”

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